Dijo entonces a sus discípulos: “Ciertamente la cosecha es mucha, pero los trabajadores son pocos. Por eso, pidan ustedes al Dueño de la cosecha que mande trabajadores a recogerla.”

Mateo 9,37-38

Jesús y sus discípulos estaban viendo que su misión tenía mucho éxito. Mucha gente seguía las predicaciones y curaciones del Mesías. Me imagino que en sus corazones vivía una esperanza enorme. La gente entendió que un mundo de justicia, paz y amor es posible. Entonces Jesús anima a sus discípulos a practicar también ellos la proclamación del Evangelio con palabras y acciones. Elabora algo como un plan estratégico para llegar a los pueblos y acercarse a la gente.

Este mandato que expresó Jesús en aquel momento no es solamente un mandato para los doce, sino es un mandato para todos nosotros. La búsqueda del Reino de Dios en la tierra necesita muchas manos y muchas palabras. Nos necesita a cada uno de nosotros. Así como los discípulos en aquel tiempo eran distintos, tenían distintos dones y capacidades, así también nosotros hoy en día tenemos distintas posibilidades de ser instrumentos de Dios. ¡Y que nadie se sienta como demasiado chico o débil! Las palabras y acciones más sencillas son necesarias para cambiar este mundo en el que parecen reinar solo el egoísmo y el capital.

Jesús mostró con su vida que otro camino es posible. Animémonos como los discípulos y no permitamos que el viento en contra y las piedras en el camino nos desanimen. Nosotros mismos podemos ser las voces y las manos que hacen posible un nuevo cielo y una nueva tierra.

Señor que pueda ser instrumento de tu paz…

Detlef Venhaus

Compartir!

Share on facebook
Facebook
Share on twitter
Twitter
Share on linkedin
LinkedIn
Share on whatsapp
WhatsApp
Share on email
Email
Share on print
Print