Salmo 36, 5-10
Pero tu misericordia, Señor, llega a los cielos;
¡tu fidelidad se extiende hasta las nubes!
6 Tu justicia es como las grandes montañas;
tus sentencias son como el mar profundo;
¡tú, Señor, cuidas de hombres y animales!
7 Dios mío, ¡cuán preciosa es tu misericordia!
¡La humanidad se acoge a la sombra de tus alas!
8 En tu templo se sacian de ricos alimentos;
tú apagas su sed en un río de aguas deliciosas.
9 En ti se halla el manantial de la vida,
y por tu luz podemos ver la luz.
10 Muestra tu misericordia a los que te conocen;
muestra tu justicia a los de recto corazón.

Isaías 62, 1-5
Por causa de Sión y de Jerusalén no callaré ni descansaré, hasta que su justicia brille como la aurora y su salvación alumbre como una antorcha. 2 Entonces las naciones verán tu justicia; todos los reyes contemplarán tu gloria. Entonces recibirás un nombre nuevo, que el Señor mismo te pondrá. 3 En la mano del Señor serás una hermosa corona; en la mano de tu Dios serás una regia diadema. 4 Nunca más volverán a llamarte «Desamparada», ni a tu tierra le dirán «Desolada». Más bien, serás llamada «Deleite mío»,[a] y tu tierra será llamada «Esposa mía»,[b] porque el amor del Señor estará en ti, y tu tierra volverá a tener esposo. 5 Porque tus hijos se desposarán contigo, de la manera que un joven se desposa con una doncella; ¡tu Dios se recreará contigo como se recrea el esposo con la esposa!

1 Corintios 12, 1-11
Hermanos, no quiero que ignoren lo relacionado con los dones espirituales. 2 Ustedes saben que, cuando no eran creyentes, eran arrastrados hacia los ídolos mudos. 3 Por tanto, quiero que sepan que nadie que hable por el Espíritu de Dios puede maldecir a Jesús; y que nadie puede llamar «Señor» a Jesús, si no es por el Espíritu Santo.
4 Ahora bien, hay diversidad de dones, pero el Espíritu es el mismo. 5 Hay diversidad de ministerios, pero el Señor es el mismo. 6 Hay diversidad de actividades, pero Dios, que hace todo en todos, es el mismo. 7 Pero la manifestación del Espíritu le es dada a cada uno para provecho. 8 A uno el Espíritu le da palabra de sabiduría; a otro, el mismo Espíritu le da palabra de ciencia; 9 a otro, el mismo Espíritu le da fe; y a otro, dones de sanidades; 10 a otro más, el don de hacer milagros; a otro, el don de profecía; a otro, el don de discernir los espíritus; a otro, el don de diversos géneros de lenguas; y a otro, el don de interpretar lenguas; 11 pero todo esto lo hace uno y el mismo Espíritu, que reparte a cada uno en particular, según su voluntad.

Juan 2, 1 – 12
Al tercer día se celebraron unas bodas en Caná de Galilea; y allí estaba la madre de Jesús. 2 También Jesús y sus discípulos fueron invitados a la boda. 3 Cuando se terminó el vino, la madre de Jesús le dijo: «Ya no tienen vino.» 4 Jesús le dijo: «¿Qué tienes conmigo, mujer? Mi hora aún no ha llegado.» 5 Su madre dijo a los que servían: «Hagan todo lo que él les diga.» 6 En ese lugar había seis tinajas de piedra para agua, como las que usan los judíos para el rito de la purificación, cada una con capacidad de más de cincuenta litros. 7 Jesús les dijo: «Llenen de agua estas tinajas.» Y las llenaron hasta arriba. 8 Entonces les dijo: «Ahora saquen lo que está allí, y llévenselo al catador.» Y se lo llevaron. 9 El catador probó el agua hecha vino, sin que él supiera de dónde era, aunque sí lo sabían los sirvientes que habían sacado el agua. Entonces llamó al esposo, 10 y le dijo: «Todo el mundo sirve primero el buen vino, y cuando ya han bebido mucho, entonces sirve el menos bueno; ¡pero tú has reservado el buen vino hasta ahora!» 11 Este principio de señales hizo Jesús en Caná de Galilea, y manifestó su gloria; y sus discípulos creyeron en él.
12 Después de esto él, su madre, sus hermanos y sus discípulos descendieron a Cafarnaún, pero no estuvieron allí por muchos días.

Agenda Evangélica: Salmo 105,1-8; Éxodo 33,18-23; 1 Corintios 2,1-10 (P); Juan 2,1-11