Trinidad

Cuando venga el Espíritu de la verdad, él los guiará a toda verdad.

Juan 16,13

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Una vez estuvimos, mi esposa y yo, con el grupo juvenil de la parroquia Esmeralda (microcentro de la Ciudad Autónoma de Bue-nos Aires) en el sur, junto al lago Nahuel Huapi, acampando en la misma angostura de Villa La Angostura. Emprendimos, ya muy tem-prano, una caminata hasta la punta de la península Quetrihué, para ver el bosque de los arrayanes. Son árboles con corteza rojiza muy finita, y una rareza en este mundo.

Todo fue muy lindo, pero para volver decidimos ir por otro cami-no, para variar el paisaje. Caminamos tan decididos que hasta se nos unió un matrimonio, ya que pensaron que nosotros conocíamos muy bien el camino.

Pasamos por un lago, que antes no habíamos visto, y de repente nos dimos cuenta de que los troncos que escalábamos estaban a 5 metros por encima de un arroyo bastante grande y no al ras del piso como suponíamos. Al anochecer llegamos al campamento un poco exhaustos sin haber perdido a ninguno.

En la vida diaria nos puede pasar lo mismo, porque aun no hemos vivido el “hoy” y menos el “mañana”, ni sabemos todo lo que va a ocurrir.

Necesitamos un guía avezado. Pero no puede ser un “ilumina-do”, sino que, ya que Dios mismo se ofrece, pongamos la confianza en él y sigámoslo siempre. Justamente ese es el “oficio” del Espíritu Santo, el de guiarnos. Él es “Dios en acción”, y trabaja a nuestro favor. ¡Amén!

Winfried Kaufmann

Salmo 8,3-8; Proverbios 8,22-31; Romanos 5,1-5; Juan 16,12-15; Agenda Evangélica:

Romanos 11,(32)33-36

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