6° domingo después de Pentecostés, 16° en el año

Jesús le contestó: “Marta, Marta, estás preocupada y te inquietas por demasiadas cosas, pero solo una cosa es necesaria. María ha escogido la mejor parte, y nadie se la va a quitar.”

Lucas 10,41-42

Numerosas interpretaciones se han hecho del breve relato sobre la visita de Jesús a Marta y María, desde el aprecio exagerado de las ocupaciones religiosas combinado con un menosprecio de quehaceres domésticos diarios hasta la denuncia de la explotación de las amas de casa por parte de quienes ejercían funciones religiosas y similares. Como con tantas palabras de Jesús, también sucede con ésta: no tomar en cuenta la ocasión y el contexto de una frase puede llevar a convertirla en una máxima o en una legislación con supuesta validez perpetua y para todas las ocasiones.
Las palabras de Jesús no minimizan la importancia del servicio y la atención del huésped. Antes bien, Jesús quiere hacerle ver a Marta que su llegada a esta casa es una oportunidad digamos única de encontrarse con él, y a través de él, con Dios mismo.
No era habitual que una mujer se sentara a los pies de un maestro para escucharlo y aprender de él. En aquella sociedad había roles claramente establecidos. Los maestros famosos se rodeaban de discípulos y estos aprendían sentados a los pies del sabio. Pero aquí una mujer, María, se atreve a convertirse en alumna del célebre maestro que estaba recorriendo la región y se hospedó en esta casa. Una pequeña gran inversión de lo habitual. Marta, con toda su inmensa bondad dedicada a atender de la mejor manera al famoso visitante, no comprende la llamativa actitud de María. Prefiere mantener el orden acostumbrado que suele dar mayor seguridad que las innovaciones.
Este es el contexto en el que se han de entender las palabras de Jesús. Él invita a aprovechar la oportunidad de este encuentro seguramente irrepetible.
¿Qué se interpone en nuestros encuentros con Jesús y las demás personas? ¿Qué tareas, ocupaciones, obligaciones pueden tomar el lugar de una oportunidad quizás única? ¿Qué rutinas pueden inhibir o malograr un momento enriquecedor de Jesús, con la comunidad, con un prójimo?

René Krüger

Salmo 15; Génesis 18,1-10a; Colosenses 1,15-28; Lucas 10,38-42 Agenda Evangélica: Salmo 73,1-3.8-10.23-26; Génesis 12,1-4a (P); 1 Corintios 1,18-25; Lucas 5,1-11

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