2º domingo después de Navidad

En el principio ya existía la Palabra; y aquel que es la Palabra estaba con Dios y era Dios.

Juan 1,1

Pensar, idear, hablar, decir y crear.
De un pensamiento, de una idea, surge una palabra y de ella surge la acción.
Del Espíritu de Dios, que es su pensamiento, surge la palabra.
De la palabra de Dios, surge el orden del cosmos.
En física se afirma que las ondas se transforman en materia. Los elementos cuánticos que están en estado de onda tienen la probabilidad de transformarse en materia.
Si queremos hacer realidad un pensamiento, una idea, debemos ponerlo en palabras.
Si queremos hacer realidad un sueño, debemos comenzar a concretarlo diciéndolo, poniéndolo en palabras. Un sueño se hace realidad cuando comienza a ponerse en palabras.
El japonés Masaru Emoto realizó un experimento poniendo pequeñas cantidades de agua a la exposición de palabras, música y otros sonidos, fotografiando luego los cristales de hielo obtenida de esta agua. Con sorpresa pudo ver que el agua expuesta a palabras amorosas o a música tranquilizante producía cristales de mayor belleza, que la expuesta a palabras degradantes o a música agresiva. En realidad, el experimento fue criticado por no atenerse a los patrones científicos de investigación, pero más allá de esto, creo que es un buen ejemplo de cómo palabras pueden construir o destruir.
Cuando hablamos con palabras buenas y amables, estamos creando. Vamos generando en el otro, en la otra, vibraciones creativas.
Así como en el principio Dios creó todo el universo lo sigue creando aún hoy.
Su palabra se hizo realidad en Jesucristo que, en y entre nosotros, va generando amor a través de nuestras palabras.

Waldemar von Hof

Salmo 147,13-21; Jeremías 31,7-14; Efesios 1:3-14, Juan 1,1-18 Agenda Evangélica: Salmo 71,1-3.12.14-18; Isaías 49,13-16 (P); 1 Juan 1,1-4; Lucas 2,(22-24)25-38(39-40)

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