15º domingo después de Pentecostés, 22º en el año

Cualquiera que se enaltece, será humillado, y el que se humilla será enaltecido.

Lucas 14,11

Estamos más acostumbrados a la idea de que los que salen adelante son quienes se esfuerzan, los llamados “ganadores”, por encima de todos los demás. Son las personas exitosas; aquellos que ganan mucho dinero; aquellos que son famosos; los que superan a los demás; aquellos que son buenos en usar el momento para superar a los demás y hacer más por sí mismos. Son éstos a los que llamamos exitosos. En los días de Jesús, la gente tenía la misma idea respecto del éxito como lo usamos hoy. Jesús expresa estas ideas de dar vuelta lo que se espera o lo que se piensa, para invitarnos a re-examinar qué es lo que hemos aceptado como correcto, mientras que en realidad quizá no sean los caminos de Dios.

Es tan fácil para un cristiano tomar una determinada actitud o forma de vida que resulta ser opuesta a lo que Dios quiere. El argumento que escuchamos siempre dice: “Todos los demás lo hacen”. Pero el hecho de que todos los demás lo estén haciendo, no significa que sea correcto y agradable a Dios.

El hecho de que los jóvenes en la escuela hagan trampa o se copien un examen no significa que eso sea correcto. Por más común que resulte el hecho de denigrar a los que lograron algo, o ridiculizar a las personas que son diferentes, o etiquetar a los diferentes como “raros”, no significa que eso sea lo que Dios quiere.

¿Por qué nos parece tan difícil seguir los caminos de Dios, y seguir a la mundanidad, tan fácil? Hay varias razones. Está el problema de destacarse a veces y creernos mejores. En otros casos las modas del mundo pueden ser mucho más atractivas y fáciles que las del reino de Dios. Los caminos de Dios y las formas del mundo pueden a veces resultarnos muy parecidas y la diferencia es muy sutil. Este es uno de los astutos trucos del mal, hacernos creer bueno lo que en realidad no lo es. La cultura en la que vivimos es muy buena para producir tendencias o modas…, y ésas nos arrastran.

Sergio López

Salmo 68,3-4a.4c-6b.9-10; Jeremías 7,1-11; Hebreos 12,18-25; Lucas 14,1-14; Agenda Evangélica: Romanos 8,(12–13)14–17

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