12º domingo después de Pentecostés, 21º en el año

Él les respondió: “Y vosotros, ¿quién decís que soy?” Respondiendo Simón Pedro, dijo: “Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente”.

Mateo 16,15-16 (RV 1995)

En cada época existen la demagogia, la especulación y la con-fusión. También en los tiempos de Jesús. En ese entonces, había personas que no creían en su divinidad, decían que solo era un profeta, alguien que podía predecir lo que iba a pasar, etc.

Sin embargo, Jesús demostraba día a día que él tenía un poder especial, que lo hacía único y lo llevaba más allá de las especulaciones. Solo las personas más cercanas, que compartieron innumerables vivencias y sus enseñanzas, eran quienes más posibilidades tenían de conocerlo y entender quién era Jesús. Ya que él llevaba un tiempo mostrándoles y enseñándoles un camino claro a seguir, lleno de misericordia, gracia y amor.

En este contexto, frente a la apelación y pregunta directa, es Simón Pedro quien precede a sus compañeros y contesta seguro: “Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente”.

Hoy en día, que vivimos rodeados de innumerables señales y muestras del poder, amor y verdad de Cristo, ¿por qué no damos respuestas tan categóricas como lo hizo Pedro? No perdamos ninguna oportunidad de afirmar que seguimos y creemos en Cristo Jesús, en sus enseñanzas y su guía que nos demanda misericordia, amor y entrega.

Hace tiempo tu presencia, se revela entre nosotros. Hay huellas en nuestra vida de aquellos que te siguieron: son tus señales. Tal como ayer, ven hoy también, revélate y habita entre nosotros otra vez. (Canto y Fe Nº 280)

María Esther Norval

Salmo 138; Isaías 51,1-6; Romanos 12,1-8; Mateo 16,13-20

Agenda Evangélica: Salmo 145,1-2.14.17-21; 2 Samuel 12,1-10.13-15a; Efesios 2,4-10;

(P) Lucas 18,9-14

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