12° domingo después de Pentecostés, 21º en el año

No vivan ya según los criterios del tiempo presente; al contrario, cambien su manera de pensar para que así cambie su manera de vivir y lleguen a conocer la voluntad de Dios, es decir, lo que es bueno, lo que le es grato, lo que es perfecto.

Romanos 12,2

Vivimos en la actualidad en sociedades muy exigentes: mientras uno es niño hay que hacer una gran cantidad de extraprogramáticas y destacarse en algo, hay que ser exitoso en el trabajo, tener un auto nuevo, ser atractivo, joven, exitoso… ¿Y qué pasa si no somos nada de esto? ¿Si somos absolutamente comunes, no nos destacamos, no somos ricos, no tenemos auto nuevo, tampoco somos especialmente atractivos y más bien entrados en años? ¿Estamos, entonces, condenados al olvido, al fracaso y a la soledad?

No vivan según los criterios del tiempo presente, dice el Apóstol Pablo. En sus largas cartas una y otra vez nos destaca que nuestra vida es por gracia de Dios. Que no necesitamos hacer ningún tipo de mérito para ser personas dignas y respetadas delante de Dios y ante nuestro prójimo. Vivir según la gracia significa que somos amados, reconocidos, valorados, perdonados y liberados, simplemente porque Dios quiere, porque nos ha creado y nos ama. Vivir según este criterio implica vernos a nosotros mismos y a los demás de otra manera. No con una mirada que vea a través de los lentes de la evaluación y del juicio, sino una mirada de bondad, de gratitud y de valoración.

Su gracia me enseñó a vencer; mis dudas ahuyentó. ¡Qué gozo siento en mi ser! Mi vida él cambió. (Canto y Fe N° 271)

Sonia Skupch

Salmo 124; Éxodo 1,8-2,10; Romanos 12,1-8; Mateo 16,13-20; Agenda Evangélica: Mateo 21,28–32

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