(Una imagen para comprender la presencia de Dios y la Resurrección)
En el vientre de una mamá había dos bebés. Uno le preguntó al otro:
«¿crees en la vida después del parto?» y El otro le respondió: que sí, diciendo que “Tal vez estaban allí para prepararse para lo que vendría más tarde»
– «Eso es una pavada», retrucó el primero. «No hay vida después del parto ¿Qué clase de vida sería esa? «.
– «No se, pero habrá más luz que acá. Tal vez podremos caminar con nuestras propias piernas y comer con nuestras bocas”, indicó.
Pero el primero contestó otra vez que consideraba que «Eso es un absurdo y que es imposible caminar con las piernas Y comer con la boca, alegando que El cordón umbilical era damasido corto para andar de aquí para allá.
Así estaban, mientras que el segundo seguía insistiendo en su teoría, el primero trataba de tirar abajo todos sus pensamientos, alegando una y otra vez que que si hubiera realmente vida después del parto, entonces por qué nadie jamás había regresado de ese lugar.
Entonces el bebé convencido le aseguró que después del parto con seguridad se encontrarían con su mamá, asegurando que sería ella quien los cuidaría-
Pero el primero volvió a responder: «¿Mamá? ¿tu creés realmente en Mamá? Eso es ridículo. Si Mamá existe, entonces, ¿dónde está ella ahora?»
El segundo le aclaró que ella siempre estuvo presente: «Ella está a nuestro alrededor. Estamos cercados por ella. De ella, nosotros somos. Es en ella que vivimos. Sin Ella, este mundo no sería y no podría existir.»
Pero el niño descreído se mantuvo en su idea de que si no la veía, no podía creer en su existencia.
Fue entonces que el niño que tenía esperanza dijo: «A veces, cuando estás en silencio, si te concentras y realmente escuchas, vas a poder percibir su presencia y escuchar su voz.»
Aunque muchos no tienen el don de la fe, los cristianos sabemos que Dios nos rodea todo el tiempo y su presencia late en nuestra vida, tal como una madre, que a través del cordón umbilical alimenta a su hijo que está por nacer.
