Inició en Eldorado el #Sinodo2022 de la IERP

ELDORADO / Argentina | IERPcomunica – Con una tenue llovizna en la mañana misionera, se dio inicio al Sinodo 2022 de la Iglesia Evangélica del Río de la Plata.  Quienes llegaron al templo del Kilómetro 10 de la ciudad de Eldorado, tomaron parte del culto celebrativo que marcó un nuevo encuentro sinodal presencial, después de cuatro años. Participan delegados laicos, las delegadas laicas y ministeriales, dando puntapié inicial a la 45° Conferencia Sinodal y la 24° Asamblea General Ordinaria. El encuentro convoca a las congregaciones de Argentina, Uruguay y Paraguay a partir del lema «Renacer para una esperanza viva» y se extiende entre el 06 y el 09 de octubre. Entre otras cosas, prevé la renovación de parte de la Junta Directiva, entre ellos el cargo de Pastor Presidente.

Sonia Kruse, presidenta de la local Congregación Evangélica San Juan la bienvenida formal a las más de 150 personas, entre delegados laicos y ministeriales de las 45 congregaciones y distritos de la IERP, como así también visitas ecuménicas y de organizaciones de las cuales la iglesia forma parte, que están participando del espacio cumbre de toma de decisiones y elección de autoridades.

El mensaje estuvo a cargo del pastor Carlos Kozel, que predicó sobre el texto de Lucas 12, 35-40 que relata una parábola de Jesús, en la que pide que los cristianos y cristianas sean como criados esperando a su amo, que regresará de una boda, con la cintura ceñida y una lámpara encendida. (uniforme de trabajo) y lámparas.

«Así de dichosos nos sentimos hoy en este Sínodo al recibirlos, y que el compartir en estos días sea de bendición para todos nosotros. Pero claro, la tarea no queda en solo recibirlos, sino en el compartir estos días, y así como la comunidad de Eldorado está disputa a recibir, seguramente también compartiremos todo lo que cada uno trajo y preparó para celebrar juntos en este Sínodo», señaló.

Sobre el tema que convoca Kozel dijo: «Nuestro Sínodo tiene como lema, “Renacer para una esperanza viva”. Esa esperanza nace sin duda de la fe compartida, del anuncio del evangelio, del amor y la gracia de nuestro Dios. De ser trabajadores, servidores de su reino, plantando semilla, cuidando y preparando la tierra. Pero también del amor entre hermanos y hermanas, en acompañarnos en las luchas contra todo lo que nos amenaza, enfrentando los poderes malignos de este mundo, buscando la justicia y con ella la paz, siendo una voz profética».

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