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Lo único bueno para el hombre es comer y beber, y pasarla bien en medio de su trabajo. Yo vi que también esto viene de la mano de Dios. Porque, ¿quién podría comer o gozar si no es gracias a Dios?

Eclesiastés 2.24-25

Hermana, hermano ¿comparte la afirmación del autor del Eclesiastés? Lo único bueno para el hombre es comer y beber, y pasarla bien en medio de su trabajo. Yo vi que también esto proviene de la mano de Dios.

Disfrutar de la vida, que es un regalo de Dios, es la mejor respuesta de gratitud que podemos darle al Creador. El disfrutar hace brotar en nuestro corazón la gratitud.

En nuestra tradición cristiana se ha remarcado en demasía el castigo divino y el vivir en la tristeza y amargura porque “Cristo murió por nuestros pecados”. La fiesta, la alegría, el compartir con gozo, la risa, el baile, el descanso compartido; todo y más, de no estar directamente prohibido, resulta altamente peligroso para el creyente. La fe nace del miedo al castigo y a la imperiosa necesidad de perdón. Para nada se habla de un Dios amoroso y de gracia, que nos quiere ver alegres y plenos de dicha.

El autor del Eclesiastés es muy sabio, ha experimentado todos los placeres, disfrutado de las riquezas, construido, plantado, también acumuló oro y plata. Ninguna de las cosas que experimentó, sin embargo, lo apartaron de la sabiduría. Esa sabiduría lo lleva a concluir que ¿quién podría comer o gozar si no es gracias a Dios?

Señor, danos el coraje para disfrutar y gozar de los días de vida que nos brindas, sin temores, sabiendo que todo viene de ti. Amén.

Atilio Hunzicker

Eclesiastés 2,1-11; 24-26

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