¡Ese hombre no debe vivir! ¡Bórralo de este mundo!

Hechos 22,22

El pueblo, al oír en su idioma que tanto judíos y gentiles son semejantes y pueden acercarse a Dios en dignidad, reacciona con increíble ofensa. El centro del insulto es ponerles en semejanza con las personas gentiles. Consecuentemente, reaccionan con violenta ira y en odio piden que Pablo desaparezca del mundo.

Hoy día no es diferente. Siguiendo un “evangelio selectivo”, muchas personas se ofenden al saber que otras llamadas “pecadoras” se salvan de la misma forma que las “buenas”. En respuesta, y con mucha ofensa, reaccionan con discursos de odio, indiferencia, inacción o atrevidamente toman el lugar de Dios para juzgar y condenar.

Pablo es ciudadano romano, bien educado y fiel judío. Acude a su ciudadanía romana para no ser azotado. Diferente de ser castigado con vara o látigo, el azote generalmente llevaba a muerte o parálisis.

Piensa en los azotes actuales. Ellos impactan relaciones personales y sociales, lastiman el alma y dejan profundas secuelas sicológicas/espirituales. Mas nuestra ciudadanía cristiana, donde la gracia de Dios cura incluso heridas en las ranuras más profundas, el corazón, mente y alma, es buena noticia. Acudamos a esta identidad para expandir el mensaje reconciliador aún en días de agitación y violencia sin precedentes.

Dios: danos fuerza para asumir nuestra fragilidad y muévenos a vivir en relaciones saludables con semejantes y tu creación. Que el don de vida, otorgado a toda persona y tu creación, nos ayude a apreciar tu presencia en todo. Amén.

Patricia Cuyatti Chávez

Hechos 22,22-30

Compartir!

Share on facebook
Facebook
Share on twitter
Twitter
Share on linkedin
LinkedIn
Share on whatsapp
WhatsApp
Share on email
Email
Share on print
Print