Dios los entregó a pasiones vergonzosas: sus mujeres han cambiado las relaciones naturales por las que van contra la naturaleza; de la misma manera, los hombres han dejado sus relaciones naturales con la mujer y arden en malos deseos los unos por los otros.
Romanos 1,26-27
Y entonces ¿por qué nuestras iglesias protestantes llegan a bendecir matrimonios homosexuales?
Pablo en este texto hace una larga lista de comportamientos aberran-tes como la injusticia, la perversidad, la avaricia, la envidia o los engaños, que, según él, son resultado de la idolatría, es decir, parte de una falsa religión; aun así, el hecho de hablar de relaciones homosexuales invisibiliza todo el resto y lo convierte en el texto que insignia de rechazo incondicional a toda conducta entre personas del mismo género.
Pablo entiende que estas conductas son acciones deliberadas, que van en contra de la naturaleza y están relacionadas con una pasión insaciable.
Pablo no considera el testimonio tal como lo brindan hoy en día gays y lesbianas en el sentido de que se trata de una orientación constitutiva de su naturaleza y que las relaciones que entablan con personas del mismo sexo son resultado de un amor mutuo y comprometido.
Si bien esta es una realidad que no todos logran aceptar todavía, mu-chas luteranas y luteranos entendemos que, a la luz de la escritura en tanto Buena Noticia del amor incondicional de Dios, la inclusión de personas gays y lesbianas es ciertamente fiel al mensaje del Evangelio y al amor radical de Jesús a todas las personas.
¡Que el Dios del amor nos dé sabiduría para amarnos más allá de las diferentes percepciones y realidades del mundo en que vivimos!
Cristina La Motte
Romanos 1,24-32