Ascensión del Señor

…Y mientras los bendecía, se apartó de ellos y fue llevado al cielo.

Lucas 24,51

Lucas nos habla hoy, finalizando su Evangelio, de la visión de la Ascensión. En el relato esto tiene lugar ya en el atardecer del día de Pascua, un largo día en el que Lucas condensa narrativamente toda la experiencia del misterio pascual. Quiere mostrar con ello la unidad indivisible del acontecimiento.
Dice uno de los Padres de la Iglesia oriental, San Juan Crisóstomo, que Jesucristo bien «podía haber ascendido en secreto y no públicamente. Pero así como tuvo por testigos de su resurrección los ojos de sus discípulos, así también constituyó a éstos mismos testigos oculares de su elevación”.
Así, continúa, “… tenemos una prenda suya allá arriba, que es el cuerpo que por nosotros tomó; y acá en la Tierra también la tenemos, que es el Espíritu Santo que está con nosotros…”
“Ascendió Cristo y llevó consigo nuestro cuerpo. Y se pudo entonces ver a la imagen de Adán… no ya… entre los ángeles, sino por encima de los ángeles y sentada con Dios; para que también nosotros… allá estuviéramos sentados. ¡Oh disposición tremenda y admirable! ¡Oh Rey, en todo gran Rey; tan grande, digno, y tan admirable!”
Con esto el camino que Jesús realizó no quedó en la nada, sino que es recibido plenamente y con gloria en el corazón de su Padre. Por eso, mientras sus seguidores y seguidoras le rinden adoración, la ascensión de Jesús al Padre sucede tras una bendición final que alcanza todo el futuro de su pueblo-Iglesia.
Señor, nos confiamos a tu intercesión, cuidado y continuado Poder Transformador en todo lo que hacemos, decimos y ‘senti-pensamos’. Amén.

Miguel A. Ponsati

Salmo 47; Hechos 1,1-11; Efesios 1,15-23; Lucas 24,44-53 Agenda Evangélica: Salmo 47,2-10; 1 Reyes 8,22-24.26-28; Hechos 1,3-11; Lucas 24,(44-49)50-53; Daniel 7,1-3(4-8)9-14 (P)

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