¡Rebeldes, infieles de corazón y duros de oído! ¡Siempre resisten al Espíritu Santo, lo mismo que sus padres!

Hechos 7,51

Estas son algunas de las últimas palabras de Esteban antes de ser apedreado. A la manera de Cristo, no se defiende ni se resiste, sólo sigue proclamando su mensaje. No se defiende, sólo pone de manifiesto lo que Dios dice y hace a través de él. Mediante sus hijas e hijos, Dios mismo es quien se enfrenta y pone en evidencia al mal. Esteban es aquel a través de quien Dios amoroso y fiel sigue insistiendo dramáticamente en que es urgente el cambio de actitud, el arrepentimiento, y aceptar la vida y abandonar la muerte y su poder.

Esteban está cerca de la muerte. Pero en realidad son los que van a matarle quienes ya perdieron su humanidad y ahora están a punto de morir para Dios. En el mundo son millones de “Esteban” los que claman y mueren en guerras, persecuciones, por el hambre y la miseria del exilio, en medio de los desastres ecológicos del planeta, a causa de la codicia y las injusticias económicas. Pero no es solo que tantas vidas son arrancadas del mundo, sino que la humanidad misma, empecinada y endurecida de oído y corazón, muere con cada vida que se pierde, con cada parte del planeta que se destruye o malogra. Además, ya sabemos, el mal y la violencia sólo generan más de lo mismo. Y como puede suceder en la intimidad de la casa sucede en el mundo. El desprecio y la agresión a la vida destruyen y a la vez despiertan ocultos demonios nacidos para imponer sobre la tierra un horror mucho mayor del que ya ha sido instalado.

Que Dios no se demore y venga a ablandar nuestros corazones y oídos y que permitamos que su Santo Espíritu guíe nuestras vidas y la de la humanidad en amor, paz y justicia. Amén.

Delcio Källsten

Hechos 7,44-53

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