Natán le respondió a David: “Pues haz ya todo lo que te has propuesto, que el Señor está contigo.”
2 Samuel 7,3

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“El hombre propone y Dios dispone”. Es uno de los dichos populares más comunes entre nosotros, cuando las cosas no suceden según nuestro parecer.
Pero quien sigue a Cristo sabe que su alimento, como el del Maestro, es “hacer la voluntad del Padre”. Muchas veces en su vida, al rezar el Padre nuestro, dice: Hágase tu voluntad… ¿Qué es hacer la voluntad del Padre y cómo la buscamos y encontramos?
El deseo de Dios es que todas las personas encuentren en él la vida y así sean verdaderamente libres y felices. La vida consiste en creer en su enviado, Jesucristo, y por él conocer al Padre. Proclamar a Jesús, camino, verdad y vida, como Señor de nuestras existencias y de toda la historia y el cosmos, y caminar tras sus huellas.
Hacer la voluntad de Dios será entonces cooperar con el proyecto del Señor, siendo luz y sal.
En nuestra oración y en la Palabra podremos encontrar lo que Dios quiere de cada uno. En lo concreto de cada situación podríamos pensar: qué haría Jesús si estuviera en mi lugar. Carlos de Foucauld, meditando las palabras del Señor en la cruz, pedía que podamos rezar a cada instante la siguiente oración:
Padre mío, me abandono a ti. Haz de mí lo que quieras. Lo que hagas de mí te lo agradezco, estoy dispuesto a todo, lo acepto todo. Con tal de que tu voluntad se haga en mí y en todas tus criaturas, no deseo
nada más.

Pongo mi vida en tus manos. Te la doy con todo el amor de mi corazón, porque te amo, y porque para mí, amarte es darme, entregarme en tus  manos sin medida, con infinita confianza, porque tú eres mi Padre.

José Maria Soria Pusinari
2 Samuel 7,1-16

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