Hermanos, sabemos que Dios los ama a ustedes, y los ha escogido.

1 Tesalonicenses 1,4

Cuando era pequeña, mis padres se levantaban temprano, tomaban mates sentados delante de una cocinita a leña, y yo juntaba mis ropitas buscando la falda de mi padre para que él me vistiera, ¡qué bien me sentía en esa falda!
Hoy me pregunto:

¿Buscamos cada mañana a Dios para que su presencia nos vista?

¿Qué le llevamos? Seguramente le llevamos nuestras angustias, preocupaciones, sufrimientos, lágrimas, alegrías y, muchas veces, el corazón destrozado… Él recibe todo sin cuestionarnos nada y nos reviste con lo mejor que tiene para nosotros, nos restaura y nos anima a seguir avanzando junto a él y en su presencia, nos envuelve con su amor porque somos sus elegidos. Y como elegidos debemos reconocernos pecadores y tomar conciencia de que él es nuestro Salvador.

Cuando nos sentimos elegidos, su poder nos transforma y nada queda igual, se produce un cambio en nuestras vidas, ella toma otro rumbo, cambian nuestros anhelos, nuestra manera de hablar, nuestros gestos, nuestras actitudes, nuestros deseos… Dios pasa a ocupar el centro de nuestras vidas, y disfrutamos pasar tiempo con Él, nos deleitamos en escuchar su palabra, pues sabemos y experimentamos que ella nos transforma, nos sostiene y dirige nuestros pensamientos…

Conozcamos Su Palabra y vivámosla, ella transforma, fortalece y permite disfrutar de una vida feliz aun en medio de dificultades. Para ser ejemplo para los demás, primero tenemos que profundizar nuestra relación con Dios, y una relación profunda con Él nos transforma en un verdadero testimonio de fe, y otros verán a Cristo en tu vida y en la mía.

Amalia Elsasser

1 Tesalonicenses 1,1-10

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