Pero Jonás trató de huir del Señor.

Jonás 1,3

Dios envía a Jonás a denunciar la maldad de Nínive, pero él trata de huir y alejarse de la presencia de Dios.
En la vereda del templo el gerente de la química entrega un sobre con dinero al funcionario municipal para seguir vertiendo desechos contaminantes al río. El funcionario entrega algunos billetes al tesorero de la comunidad. Durante el oficio el reverendo agradece las donaciones destinadas a solventar su peregrinación a tierra santa para traer las aguas purificadoras del Jordán. El lunes la playa amanece cubierta de peces muertos.

La huida del creyente tiene consecuencias nefastas para él y para quienes lo acompañan.

De pronto las tres mujeres que se ofrecían a los automovilistas en la colectora de la autopista rodean y atacan a un hombre adulto que trataba, a los golpes, de forzar a una adolescente a entrar a su auto. No es No, le gritan. Si no quiere subir, no sube. Por fin el hombre huye y las mujeres consuelan a la rescatada. En el salón parroquial la presidenta de la sociedad de damas llama a la comisaría y denuncia el nuevo escándalo producido por esas mujeres y exige que las expulsen.

Gracias a Dios, mientras algunos creyentes huyen y ni son capaces de orar, otros marineros de dudosa moral, ordinarios y supersticiosos, enfrentan las tempestades, elevan plegarias a dioses equivocados y luchan para salvar lo que se pueda del barco. Aunque para ello tengan que arrojar el lastre de los creyentes dormidos.

Sabino Ayala

Jonás 1,1-16

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