Para mí, la vida es Cristo y la muerte es ganancia.

Filipenses 1,21

Recuerdo las últimas horas de vida de mi bisabuelo.Él sabía que su vida terrenal estaba finalizando. Reunió a sus hijos para hablar con ellos. Les dijo que veía cada vez menos, pero podía ver que se acercaba una luz rodeada de ángeles que venían a buscarlo… No sé qué les habrá dicho, pero en un momento exclamó: ¡ya están! Cerró los ojos y partió. ¡Para él la muerte fue ganancia!

Quien no está preparado para la muerte la ve como una pérdida. Como un ladrón que viene a robar muchas cosas a la familia y que priva de tantas otras al que partió. Sin embargo, la muerte para el creyente es ganancia, porque es el fin de toda su debilidad, sufrimiento y miseria. El que muere se libra de todos los males de la vida, de las preocupaciones, de las noches sin dormir, de las tristezas… En la muerte nos despojaremos de nuestros cuerpos mortales e iremos al encuentro con Jesús, donde cara a cara lo veremos y estaremos en su presencia. En la eternidad está el gozo pleno, adonde el creyente se dirige cuando deja este mundo.

Si para los creyentes la vida es Cristo y la muerte es ganancia, procuremos vivir en Cristo, para vivir eternamente en su presencia.

Yo soy tuyo, bien lo sé, por su sangre redentora; doy la mano de la fe a su mano salvadora.

¡Muerte, tú jamás, jamás de Jesús me apartarás! (Culto Cristiano Nº 54)

Amalia Elsesser

Filipenses 1,18b-26

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