Porque la palabra de Dios tiene vida y poder. Es más cortante que cualquier espada de dos filos, y penetra hasta lo más profundo del alma y del espíritu, hasta lo más íntimo de la persona; y somete a juicio los pensamientos y las intenciones del corazón.
Hebreos 4,12
Este es uno de esos versículos que los cristianos hemos memorizado para tiempos especiales. La imagen de la palabra de Dios como una espada de dos filos ha sido utilizada muchas veces como ejemplo de juicio, de un Dios violento, duro y severo.
Les propongo mirar este versículo de manera diferente. El hecho que comience diciendo que la palabra tiene vida y poder, debe llevarnos a mirar a Dios que es contrario a la muerte. La mención de la espada tiene más bien la idea de hacernos comprender que esa palabra de Dios tiene la capacidad de entrar profundamente en nosotros y cuando eso sucede, ya no seremos los mismos. Así como cuando una espada entra en el cuerpo de una persona ésta ya no será la misma, porque esa espada produce cortes, produce sensaciones en lo más íntimo, así es la palabra de Dios. Cuando verdaderamente el evangelio entra en nuestras vidas, ya no seremos los mismos porque es algo profundo que toca nuestra alma y nos hace examinarnos a nosotros mismos, cambiando nuestros pensamientos y nuestro corazón.
La persona que se deja interpelar, preguntar, cuestionar y orientar por esa palabra ya no será la misma, pues habrá sentido el poder y la VIDA que tiene esa palabra.
La palabra de Dios no mata, ni hiere, ni lastima, sino que puede producir cosas en nuestro interior que nos cambian para siempre para el bien de nosotros y del prójimo.
¡Oh, cantádmelas otra vez!, bellas palabras de vida. Hallo en ellas consuelo y paz, bellas palabras de vida. Sí, de luz y vida, son sostén y guía. ¡Qué bellas son, qué bellas son!, bellas palabras de vida. ¡Qué bellas son, qué bellas son!, bellas palabras de vida. (Philip P. Bliss)
Armando A. Weiss
Hebreos 4,1-13
