En el principio ya existía la Palabra; y aquel que es la Palabra estaba con Dios y era Dios.

Juan 1,1

El evangelio de Juan comienza con un himno, también llamado prólogo. Este principio también nos puede remitir al comienzo de la creación. Cuando en el principio es la palabra que crea. Cristo es la palabra y la palabra es Dios.
Lo interesante en Juan, es que no busca destacar el nacimiento humano de Jesús, sino habla de la pre-existencia, de una sola persona-divina en Cristo, Dios está con Él, Dios es Él.

A través de la palabra, por medio de Cristo, que es Dios, también tendrá el poder de hacer y crear, de ser luz en tinieblas, de traer misericordia, de hablar de perdón y de la inclusión por medio de la palabra, será el motor del plan de salvación, de una voz profética y de la muestra de amor y misericordia.

Seguramente este fin de semana hemos festejado con grandes banquetes o encuentros, en casa, en la iglesia, con familia y/o amigos. La navidad sigue siendo un motivo de alegría.

¿Por qué celebramos? O ¿qué celebramos? Si lo pensamos bien, personalmente o socialmente no tengo mucho para celebrar, sobre todo si veo lo que sucede en mi entorno, en América Latina, en los países lejanos, incluso en la misma tierra donde nació Jesús, con un pueblo sometido y violentado.

Yo creo que por eso vale la pena pensar en la Navidad. Porque Dios no se vuelve sordo al clamor de los que confían en Él. Si se hace vida por medio de la palabra, que no queda inmóvil, sino que llama, pregunta, desafía, se renueva, crea en medio de todo dolor, para hacerse luz en medio nuestro.

Comencemos este tiempo de Navidad, haciendo oír la palabra que viene de Dios, para transformar nuestro mundo. Amén.

Carlos Kozel

Juan 1,1-5

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