Por fe, Abraham, cuando Dios lo llamó, obedeció y salió…

Hebreos 11,8

El apóstol Pablo afirma que Abraham es el padre, en la fe, de todos los cristianos. En Abraham podemos buscar un modelo de fe, alguien que nos dé un ejemplo de vida con Dios. En primer lugar es una fe obediente a Dios. Dios habla con Abraham, y éste actúa en obediente respuesta a la palabra divina.

Fe, entonces significa obedecer a Dios por encima de todo y todos. Fe es obedecer al único Señor, que destrona a los soberanos humanos.

En segundo lugar es una fe que asume riesgos. Abraham, al obedecer a Dios, corta los vínculos de seguridad: abandona su tierra, sus parientes y la casa de sus padres.

En tercer lugar es una fe comprometida. Abraham, el obediente, recibe la tarea de ser instrumento de la bendición de Dios.

Bendición tiene que ver con la vida, solidaridad, justicia y paz. La bendición es una característica de la acción de Dios, que genera bienestar y vida con dignidad y sentido.

Asumir la fe de Abraham es asumir la tarea de ser bendición para todos los que necesitan bienestar, producido por el proyecto libertador de Dios. Jesús reafirmó y amplió este concepto, el que fue seguido por el apóstol Pablo.

Es necesario tener fe. La primera señal concreta de la fe es la obediencia al llamado de Dios. Obediente a Dios se camina, incluso, sin saber hacia dónde. El cristiano puede tener la certeza de que llegará a un lugar seguro, pues Dios prometió una herencia. Esta herencia se cumplirá porque Dios la acompaña. Es Dios con nosotros.

Oremos: Así, Abrahán fue seguro y por su valiente fe él fue padre de creyentes y fundó una nación y formó una gran familia donde el Salvador nació. (Canto y Fe Nº 254)

Osmar Lessing

Hebreos 11,8-22

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