Salúdense los unos a los otros con un beso santo. Todas las iglesias de Cristo les mandan saludos.

Romanos 16,16

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Se pueden decir muchísimas cosas importantes sobre los saludos personales de Pablo a numerosas personas en Roma, como los expone el último capítulo de su carta: el protagonismo de las mujeres, Junia apóstol, el contacto de Pablo con tantas personas, la intensidad de las actividades, la importancia del saludo, las conexiones entre las iglesias, e incluso el gesto del beso santo. De hecho, todo esto ya fue analizado y expuesto múltiples veces y no quisiera repetir cosas conocidas.

Simplemente quiero concentrarme en algo que hemos experimentado quienes servimos en el ministerio pastoral, de manera similar como lo vivió Pablo y como lo indican sus saludos en Romanos 16,1-16: el compromiso de numerosas personas con la obra de Jesucristo. Las comunidades de nuestras iglesias no fueron creadas por célebres misioneros, teleevangelistas o teólogos destacados. Su existencia comenzó frecuentemente de manera muy humilde, con un grupo en una casa reunido en un devocional; un puñado de creyentes que construyeron una capilla para celebrar; padres que querían hacer bautizar y formar a sus hijos en la fe; ancianos que oraban por su familia; anfitriones que recibían con gusto a los pastores itinerantes que llegaban una vez por año hasta que podían establecerse cargos pastorales permanentes; madres que enseñaban a rezar a sus pequeños; catequistas incansables que brindaban formación bíblica y preparaban la fiesta de la Navidad; maestros que hacían cultos leídos y oficiaban sepelios; cristianos convencidos que donaban con alegría para poner en marcha la congregación y mantenerla con vida.

A todas estas personas de nuestra historia en el Río de la Plata y donde fuere en nuestro continente, vaya nuestro más sincero agradecimiento y nuestro abrazo a la distancia del tiempo. Su compromiso nos incentiva a imitarlo. Y a quienes tengamos a nuestro alrededor podemos expresarles hoy mismo este agradecimiento, porque lo que somos como cristianos, en buena parte lo somos gracias a ellos.

René Krüger

Romanos 16,1-16

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