Odio y desprecio las fiestas religiosas que ustedes celebran; me disgustan sus reuniones solemnes.

Amos 5,21

¿Sentimos que estas palabras van dirigidas hoy a nosotros?

Sí, van dirigidas y nos interpelan.

Nosotros debemos comprender que el culto dominical y nuestra vida diaria deben ir juntos. Que nuestra fe y nuestra vida están ligadas. Sí, estas palabras se refieren a nosotros, y de tanto en tanto necesitamos de estas advertencias. Las celebraciones de nuestros servicios religiosos deben fortalecernos en el servicio diario que se nos presenta. El servicio a las personas, especialmente a las que sufren y el servicio a las personas que pueden llegar a ser nuestro prójimo.

Una congregación que se olvida de su misión, que se auto complace y se auto celebra en los cultos, seguramente no es del agrado de Dios.

Nuestros cultos no solamente tienen que gustar, sino que nos deben fortalecer y alentar para ponernos en movimiento. Liberar fuerzas y que nos hagan sentir que Dios está vivo, poderoso, que quiere conseguir que nosotros estemos vivos y que obremos en su fuerza. Si tomamos en serio nuestra fe, comprendemos que los textos y sermones del domingo nos tienen que decir algo en nuestra vida cotidiana; que las comuniones del domingo, especialmente en la celebración de la Santa Cena, se deben mostrar en nuestra vida diaria.

Señor, se nos han acabado las simples excusas y ahora debemos encarar un cambio en nuestra vida. Somos responsables de no ir en ayuda al clamor de tu pueblo. Debemos responder a tu justicia. Perdónanos, Dios, y libéranos. Inspíranos y muévenos a la acción. Amen.

Ingrid Mai

Amós 5,18-24

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