Conocerán la verdad y la verdad los hará libres.

Juan 8,32

Una vez leí un cartel que decía:
“No somos descendientes de esclavos.
Descendemos de personas que fueron esclavizadas”.
Un claro ejemplo de cómo hay verdades que imponen los poderosos, que la verdad nunca es una sola ni absoluta y que cada quien tiene una porción.
Es que el modo en que nos posicionamos frente a un tema, está filtrado por la posición que ocupamos en el mundo, el género, por la información que tenemos, por la posibilidad de reflexionar y el modo en que nos afecta tal o cual tema.
Jesús, quien dice ser él mismo la verdad, cuestiona las verdades establecidas como absolutas en su tiempo, por ejemplo, que la enfermedad era castigo de Dios, que con las mujeres no se hablaba, que Dios solo habitaba en el templo… entre otras.
Es que la verdad de Jesús no es un dogma, por el contrario, se construye a cada paso, se la busca cada día y en cada situación, reflexionando, desarmando prejuicios, contemplando situaciones, porque Jesucristo es misericordia y su verdad es aquella que propicia la vida y así nos da libertad.

Cristina La Motte

Juan 8,31-36

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