Cuando venga el Espíritu de la verdad, él los guiará a toda la verdad; porque no hablará por su propia cuenta, sino que dirá todo lo que oye, y les hará saber las cosas que me van a suceder.

Juan 16,13

Leyendo el texto sugerido para hoy intento ponerme mentalmente en el lugar de aquellos más íntimos, los discípulos de Jesús. ¡Qué desazón habrán sentido al aproximarse lo que ellos consideraban el final! ¡Qué angustia, impotencia habrán sentido!

Imagino su deseo de conservar a Jesús entre ellos, de evitar lo que se aproximaba, de negar aquello que el Maestro anunciaba.

Estimo que Jesús buscaba dejarles un consuelo. Es por eso que promete que enviará un Defensor, algo o alguien que permanezca, que consuele, que oriente.

Y plantea algo que continúa vigente: la esencia de la fe es creer sin ver. Ellos, que habían vivido y caminado con Jesús, no alcanzan a vislumbrar cómo será el futuro sin ese Maestro que los guíe por el camino de la justicia y la paz.

Jesús afirma que será el Espíritu Santo, quien comparte la divinidad y completa la trinidad, quien guiará a toda verdad.

La creencia y seguridad en ese Espíritu invisible, que se materializa en la comunidad de fe, es la que nos sostiene firmes en la construcción del Reino y expectantes de esa venida gloriosa y definitiva del Salvador.

Ven hoy a nuestras almas. Infúndenos tus dones, soplo de Dios viviente. ¡Oh Santo Espíritu del Señor! (Canto y Fe Nº 75)

Deborah Cirigliano

Juan 16,5-15

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