Cuando David estuvo ya instalado en su palacio, le dijo a Natán, el profeta: “Mira, yo habito en un palacio de cedro, mientras que el arca de la alianza del Señor está bajo simples cortinas.”

1 Crónicas 17,1

David siente que aunque está en una situación cómoda, no debe olvidarse de Dios. Eso sería olvidar lo que vivió, olvidar la importancia de la fe para él y para el pueblo, y olvidar que hay otros que no viven en palacios. La historia continúa con la transmisión de los planes de Dios a través del profeta Natán. Un descendiente de David construiría un templo, lo cual se concretó con Salomón. ¿Es común acordarse de Dios en situaciones cómodas? No. Más común es pensar en cómo mejorar más y hasta sentir hastío por la abundancia sin acordarse de Dios ni de los seres más necesitados. Estas dos cosas (pensar en Dios y en los más débiles) son muy parecidas según el Nuevo Testamento y es fácil olvidarse de ambas. Recuerdo una vez que realicé un trabajo independiente de computación con la perspectiva de cobrar una cantidad de dinero cuando lo concluyera. Me propuse que cuando esto ocurriera, daría una importante parte para el Señor. Habiendo cobrado ¡cómo me costó separar esa parte! Uno piensa que sería mejor invertir ese monto en un mejor equipamiento de trabajo, o que al fin y al cabo ganó poco comparado con otros, o que mejor sería guardar el dinero para una emergencia. Pero en momentos como ese hay que recordar que las mejores decisiones se toman si tenemos a Dios presente, como lo tuvo David.

Tomás Tetzlaff

1 Crónicas 17,1-14

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