Pero yo les digo: Amen a sus enemigos, y oren por quienes los persiguen.

Mateo 5,44

Jesús rompe con la antigua regla de “ojo por ojo, diente por diente”. Con esta actitud intenta explicar que, de responder con violencia a la violencia no podemos construir una sociedad de paz y amor. Pero tan cierta como es esta enseñanza de Jesús, tan poco la estamos practicando. Hasta hoy día, la mayoría de los países en el mundo man-tienen su ejército “para defenderse”, como dicen los que gobiernan, pero también para responder a una agresión. Parece que el “ojo por ojo, diente por diente”, no ha terminado en la política grande. Cuando un país aumenta los aranceles de importación, los otros seguramente aumentarán los suyos.

Pero no sólo en la política grande cuesta olvidar el “ojo por ojo, diente por diente”. También en nuestras vidas particulares. En muchas charlas con personas mayores encuentro situaciones en las que, por ejemplo, una mujer me dice: “Por todo lo que mi marido me hizo, yo no le puedo perdonar”. El dolor que se ha radicado tan profundamente en el corazón no permite pensar en perdón y mucho menos en amar. Son experiencias particulares y personales. Yo, desde afuera, no puedo imaginar qué tan fuerte es el dolor. Y mucho menos puedo decirle a la persona que está equivocada. Pero lo que sí le puedo asegurar es que este dolor recién comenzará a mermar cuando ella deje de ver a su marido con ojos de odio y pueda ver que él también es su prójimo. Esto no significa olvidar los hechos. En el versículo 45 Jesús dice: Así ustedes serán hijos de su Padre que está en el cielo; pues él hace que su sol salga sobre malos y buenos, y manda lluvia sobre justos e injustos.

Detlef Venhaus

Mateo 5,38-48

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