Yo ya lo he visto, y soy testigo de que es el Hijo de Dios.

Juan 1,34

Testigo es la persona que debe hablar a favor, o en contra de otra, en el ámbito judicial. Para llevar adelante un juicio deben existir por lo menos tres testigos que hablen a favor o en contra del acusado. Es la persona que empeña su palabra dando testimonio de lo sucedido o afirmando su fe a favor de alguien que es injustamente inculpado.
Otra vez la cuestión de las palabras. Se puede hablar bien, decir la verdad o se puede torcer la verdad falseando con palabras la realidad o lo atestiguado.
Juan hablaba bien, decía palabras creadoras y cuidadoras sobre el que había de ser el mesías. Afirma y da fe de que vio descender al Espíritu sobre Jesús y de que es el Hijo de Dios. Habla y testimonia a partir de la palabra de Dios.
Hace unos años en un Sínodo la canción lema fue: “Por ti mi Dios cantando voy la alegría de ser tu testigo Señor”. Con entusiasmo escuchamos la palabra de Dios, vimos su actuar en la historia de nuestra iglesia y en el mundo, y a partir de ello nos sentimos impulsados a hablar más de nuestra fe. Salimos de aquel Sínodo entusiasmados a dar testimonio, en nuestra familia, en nuestro vecindario y en los medios. A hablar de lo que creemos, de lo que confesamos y de Jesucristo. Renovemos hoy este compromiso de ser testigos, de hablar, de dejar que la palabra creadora se haga carne en el mundo, para dejarlo un poquito mejor de lo que está hoy.

Waldemar von Hof

Juan 1,29-34

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