Esto hizo por muchos días, hasta que Pablo, ya molesto, terminó por volverse y decirle al espíritu que la poseía: “En el nombre de Jesucristo, te ordeno que salgas de ella.” En aquel mismo momento el espíritu la dejó. Pero cuando los amos de la muchacha vieron que ya no tenían más esperanza de ganar dinero por medio de ella, agarraron a Pablo y a Silas y los llevaron ante las autoridades, a la plaza principal.

Hechos 16,18-19

Pablo libera a la esclava del espíritu que la poseía, por lo que la vuelve “inútil” a los ojos de sus amos. Ante una situación de injusticia y abuso Pablo actúa y, en consecuencia, al haber menoscabado los intereses económicos de los amos de esta joven esclava, se ve arrastrado a comparecer ante la justicia de los filipenses a dar explicaciones, a ser castigado y ser encerrado en la cárcel.

¿Cuántas veces fallamos a la hora de actuar ante situaciones injustas por miedo a las repercusiones?

El filósofo Peter Burke decía que “para que triunfe el mal, solo es necesario que los hombres buenos no hagan nada”. No podemos, por nosotros mismos, ser “buenos” hombres y mujeres, pero sí podemos (y debemos) tener buenas intenciones respecto al bienestar de los demás.

Si cada uno de nosotros, ante situaciones de injusticia, hace algo en lugar de nada, veremos que con Dios todas las cosas son posibles (Mateo 19,26).

Señor, fortalécenos para actuar ante la injusticia y el dolor de otros. Amén.

Karina Arntzen

Hechos 16,6-15

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