Hermanos, que nuestro Señor Jesucristo derrame su gracia sobre todos ustedes. Así sea.

Gálatas 6,11

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Recuerdo cuando con mi familia regresaba de vacaciones de Brasil. Al querer salir de una ciudad no encontrábamos el camino que nos condujera fuera de ella. Nos detuvimos en un semáforo, y en ese momento estacionó a nuestro lado un señor que nos preguntó: ¿están perdidos? Sí, fue nuestra respuesta. Nos invitó a seguirle, y nos condujo a la salida, pero sin una clara señalización volvimos al camino equivocado. De repente ese hombre volvió, apareció a nuestro lado, y ahora sí nos sacó de la ciudad y tomando otro camino desapareció de nuestra vista.

Fue la gracia de Dios que a través de ese hombre nos condujo al camino correcto.         

La gracia de Dios es su amor, su bondad, su misericordia y su paciencia con la que nos sale al encuentro cada día de nuestras vidas.

Es su gracia la que nos anima a continuar a pesar de las circunstancias. Es su gracia la que nos hace sentir su presencia siempre.

Ya sea en la salud y en la enfermedad.

En la alegría y en el dolor.

En los buenos momentos y en las pruebas de la vida.

Es por su gracia que nos concede un nuevo día y también es por su gracia cuando nos llame  a su presencia.

Vamos, levántate y comienza este día porque cuentas con su favor. Es su gracia que hace que cada momento sea único.

Que su gracia esté contigo para cuidarte y bendecirte. Que su gracia te sostenga junto a él. Amén.

 

Amalia Elsasser

Gálatas 6,11-18           

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