Pero Saulo cobraba cada vez más fuerza y confundía a los judíos que vivían en Damasco, demostrándoles que Jesús es el Mesías… Bernabé… les contó que Saulo había visto al Señor en el camino, y que el Señor le había hablado, y que, en Damasco, Saulo había anunciado a Jesús con toda valentía.

Hechos 9,22.27b

Meditemos hoy sobre la fuerza de la predicación de Pablo: ¿De dónde le proviene esa fuerza? ¿La convicción de que Jesús es el Hijo de Dios? Este es el corazón de nuestra Fe y es lo que se le revela a Pablo en medio de su persecución al mismo Jesús que lo alcanzó con su fuerza de resucitado. Pablo el perseguidor se convierte en el perseguido, alcanzado, y sufre así una revolución copernicana. La fuerza de Pablo proviene de testimoniar la obra de Dios en él… su fuerza proviene de su experiencia. Él demostraba que Jesús es el Mesías gracias a haber experimentado la salvación que hizo que pegara un giro de 90 grados su propia vida.

Muchas veces nuestra predicación se vuelve aburrida, por estar separada de la vida. No nos arriesgamos a testimoniar lo que nos sucedió cuando el Señor nos alcanzó y nos llamó. En estos momentos en que estamos retirados en forma forzosa en nuestras casas, podemos recibir esa invitación de ir más adentro de nosotros, a nuestra historia y celebrar allí la Pascua descubriendo el paso del Señor por nuestras vidas.

De allí sacaremos la fuerza para gritar que Jesús es el Hijo del Dios vivo… que él vive en cada uno de nosotros, en cada necesitado, pobre o discapacitado…

María Luisa Malbrán

Hechos 9,19b-31

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