Después vi y oí a un águila que volaba en el cielo y decía con voz potente: ¡Ay de los habitantes de la tierra, cuando resuenen las trompetas que ya se disponen a tocar los otros tres ángeles!

Apocalipsis 8,13

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Hoy celebramos el día de la Reforma Protestante. Es la oportunidad de retomar algo de lo que Lutero escribió:

Capítulo 1,8.9: aunque nosotros o un ángel del cielo os predicara un evangelio distinto del que (o: fuera del que) nosotros os hemos predicado, sea anatema; así como hemos dicho antes, vuelvo a decir también ahora: si alguien os predicare un evangelio distinto del que habéis recibido, sea anatema.

Hereje, empero, es sólo aquel que peca contra la palabra de la fe. Aquellas palabras de hombres, en cambio, están relacionadas tan exclusivamente con el buen comportamiento humano, y están tan vacías de fe, que no se le puede hacer a la fe un mayor beneficio ni mejor servicio que abrogarlas de una vez completa y radicalmente. ¿Qué crees tú que hubiera hecho Pablo al ver que en nuestro tiempo, tantas leyes humanas inútiles y hasta perniciosas causan estragos en el orbe entero y hacen desaparecer a Cristo totalmente? ¿Este Pablo que se dirige con tanta vehemencia contra las leyes de Dios que nos fueron entregadas por Moisés y que hicieron desaparecer a Cristo en un solo lugar, precisamente entre los gálatas? Por lo tanto, digamos confiados con Pablo: “Perezca y sea maldita toda doctrina, provenga del cielo o de la tierra o de donde quiera, que enseña depositar la confianza en otras obras, otra justicia, otros méritos que no sean las obras, la justicia y los méritos de Cristo”.

(Obras de Martín Lutero. Comentario de la Carta a los Gálatas 1519. Traducción Erich Sexauer. Tomo VIII. Ediciones La Aurora. Buenos Aires. 1982. Pág.45)

Sergio López

Apocalipsis 8,6-13

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