Tú has puesto mis pies en lugar espacioso. (Salmo 31.8)

Señor, en este momento no sentimos eso. De hecho, nuestro radio de acción se ha reducido bastante. Por eso te pedimos que generes ese “lugar espacioso” en nuestro interior, regales amplitud de pensamientos, ensanchamiento de corazón y que no perdamos la visión de tu horizonte infinito. Por tu gran bondad te lo pedimos.

Te pedimos por aquellas y aquellos, cuyo espacio se ha reducido a una cama, en casa o en el hospital. Llena sus pulmones con aire y sus corazones con tu paz. Por tu gran bondad te lo pedimos.

Te pedimos por aquellos que no pueden estar juntos aunque quisieran. Te pedimos por los padres cuyos hijos están lejos y esto les produce angustia. Te pedimos por las personas hospitalizadas en geriátricos cuyos familiares, esposos o esposas no pueden visitarlos  quién sabe por cuánto tiempo y esto les produce profunda desazón. Dales el consuelo de tu presencia para que no caigan en el desaliento. Por tu gran bondad te lo pedimos.

Te pedimos por los que en estos tiempos de cuarentena sí tienen que salir de sus casas para que podamos tener el pan en nuestras mesas. Por los que mantienen los servicios funcionando sin los cuales no podríamos vivir sanos y salvos: policías y bomberos; recolectores y barrenderos, conductores de trenes, camiones, colectivos y ambulancias; personas que están comprometidas con la atención de comedores escolares y comunitarios. Cuídalos de todo mal. Por tu gran bondad te lo pedimos

Cuando no podemos dar o recibir un abrazo que consuela, apoyarnos en el hombro de otra persona, cuando la soledad se instala en nuestras vidas, es allí, Señor, donde te necesitamos más que nunca. Acompáñanos con tu ternura y con tu alegría que sobrepasa toda comprensión humana. Por tu gran bondad te lo pedimos.

Amén.

Autora: Karin Krug

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