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Acuérdate de tu Creador en los días de tu juventud, antes que vengan los días malos y lleguen los años de los cuales digas no tengo en ellos contentamiento.

Eclesiastés 12,1

No tengo en ellos contentamiento, o sea, no me gustan. Quien aconseja sabiamente los pensamientos del capítulo 12 del Eclesiastés, no es una persona joven en un acceso de pesimismo, sino un anciano de mucha experiencia. Abunda en metáforas, tal vez para despertar el interés del oyente (ahora, del lector), para grabar en su memoria el contenido total.

Hay en la descripción una firme intención de aviso: “ojo, piensa en lo que te espera, porque es lo que a todos nos pasó, pero no es tan terrible si lo vivís de la mano de Dios”.

Aunque el pasaje puede parecer patético, está presentado con tanta poesía que no podemos dejar de apreciarlo en toda su belleza y admirarlo debidamente.

A mí me despertó interés, y me surgieron preguntas: ¿Por qué se le habla a una persona joven? ¿A los que ya no lo son, no les hacen falta algunas advertencias? ¿Será tarde para reparar ciertos errores? Sin embargo, pienso que ninguno, al leer los consejos del Eclesiastés puede decir: “esto no es para mí”.

Si uno es joven puede elegir, está a tiempo de pensar en profesión u oficio, trabajo, lugar donde residir, una pareja, etc., y si no hay sensatez se puede equivocar al optar entre ofertas. ¿Sigo mis impulsos? ¿Acepto a Cristo como guía? ¿Qué me mueve al decidir? Es la hora de respondernos, dice el Predicador…

Padre amante, he pecado y caído en tentación, vengo a ti arrepentido, dame un nuevo corazón.  (Cántico Nuevo Nº 262)

Alicia Gonnet

Eclesiastés 12,1-14

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