De un solo hombre hizo a todo el género humano, para que habiten sobre la faz de la tierra, y les ha prefijado sus tiempos precisos y sus límites para vivir,a fin de que busquen a Dios, y puedan encontrarlo, aunque sea a tientas. Pero lo cierto es que él no está lejos de cada uno de nosotros.

Hechos 17,26-27

Buscar a tientas significa tratar de encontrar algo palpando, algo material que a primera vista no podemos ver pero logramos percibir con el sentido del tacto.

El Apóstol Pablo, en sus viajes misioneros, tuvo que luchar muchas veces contra dioses palpables, dioses falsos, idolatrados por las personas de aquella época.

Hoy, después de 2000 años, seguimos luchando contra falsos dioses.

Dioses como: el dinero, ídolos famosos, amuletos, creemos en objetos como una cinta roja contra la envidia, el elefante de la fortuna, el gauchito Gil etcétera. Todos dioses palpables, mágicos, simples, erróneos.

El Dios que Pablo predica es un Dios Creador, amoroso, hacedor del bien. Que se hace palpable en una caricia, en un abrazo, en el contacto con el prójimo. Un Dios que se hace visible en la naturaleza, en las buenas acciones, que se hace escuchar en palabras de esperanza, amor y paz. Un Dios que está tan cerca que no necesitamos buscarlo en imágenes. Porque es un Dios vivo, inquieto, que está a nuestro lado.

Pero, ¿qué nos separa de Dios? ¿Por qué seguimos palpando en la oscuridad para buscarlo? ¿Qué es lo que no nos permite encontrarlo, si está tan cerca?

Acciones y sentimientos como el rencor, el egoísmo, la intolerancia, la impaciencia, el engaño, el maltrato… son vendas ante nuestros ojos que no nos dejan ver y hacen que busquemos a tientas.

Señor: Ayúdanos a encontrar y permanecer en ese camino que nos lleva a tu lado. Alcánzanos con tu sabiduría para que comprendamos que en vos está nuestra esencia. Amén.

Silvia Bierig

Hechos 17,16-34

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