Sermón sobre Hechos 2:1-21, por Armando Weiss

(Sugiero leer el texto bíblico al inicio de la reflexión)

(Al final de la reflexión sería interesante entregar algún símbolo, un marcador en forma de llamita de fuego o con uno de los versículos del texto, una botellita llena de agua etiquetada con alguna frase)

Querida comunidad reunida, queridos visitantes.

¡Hoy es Domingo de Pentecostés!. Es una fiesta de la Iglesia Cristiana. Recordamos la venida del Espíritu Santo a un grupo de los primeros cristianos. Eso sucedió como acostumbramos a decir: allá lejos y hace tiempo.

Sin embargo, que hoy recordemos ese hecho tan importante y tan festivo nos ayuda a poner los pies sobre la tierra del aquí y ahora donde vive la fe cada comunidad cristiana y cada uno de los cristianos que formamos esta comunidad.

Aquella vez Dios eligió el viento fuerte y lenguas de fuego para mostrar una manera a través de la cual el Espíritu Santo puede manifestarse y llegar a cada uno de aquellos cristianos. Inmediatamente se vieron efectos del Espíritu en cada uno, comenzaron a hablar en diferentes lenguas.

Los que miraban de afuera no tardaron en calificar aquello que no podían comprender: “están borrachos” dijeron. Porque hacían cosas que supuestamente gente “normal” no podría haber hecho.

Pedro se encarga de aclarar la situación declarando que justamente lo que sucede no es producto del alcohol ni de ninguna otra sustancia, sino que es manifestación del Espíritu de Dios en cada uno, para el bien de todos.

Querida Comunidad, nosotros podemos hacer lo que todos hacen. O lo que se supone que cualquier comunidad cristiana hace. Ir al culto el domingo, dar la ofrenda, mantener organizada la comunidad, pagar el diezmo o la membresía, vigilar que haya catequesis para las diferentes edades, tener un coro, grupos de trabajo, reuniones, etc. Algunas comunidades tendrán más grupos y otras menos. Así nadie nos podrá decir que estamos borrachos porque hacemos lo que todos suponen que debemos hacer.

Sin embargo, la comunidad cristiana que celebra Pentecostés está llamada a otra cosa, está llamada comportarse justamente diferente a los que todos esperan. Está llamada a tener ese coraje, esa valentía, esa desinhibición, esa falta de vergüenza, esa chispa que la mostrará diferente. Está llamada a que le digan que está BORRACHA porque hace cosas que no todos hacen. Ya se dijo: ¿Si amamos a quien nos ama, qué hacemos de extraordinario? (Cf Lucas 6,32).

Seguramente ya hacemos cosas como comunidad o como cristianos que no todos hacen: “regalamos” dinero a la Iglesia cuando la mayoría es tan egoísta que intenta cada vez tener más, nos reunimos en comunidad cuando la mayoría prefiere aislarse y pasar más tiempo en las redes sociales que compartiendo una charla cara a cara, trabajamos gratis en las fiestas o para hacer algo para la comunidad cuando casi todos quieren cobrar por cada vez que mueven un dedo, cantamos canciones que hablan del amor al prójimo cuando muchos cantan canciones que NO dicen NADA o que solo hablan de sexo y traición, vamos al culto en un horario que muchos duermen porque la fiesta fue hasta tarde. Siii, ya hacemos varias cosas que, seguramente, según la opinión de muchos las hacemos porque estamos medio borrachos o medio locos. Sin embargo, muchas de estas cosas son cosas “Normales” de una comunidad cristiana.

El desafío para una comunidad que festeja Pentecostés es más grande que eso, es seguir haciendo cosas porque el Espíritu Santo ha sido derramado sobre nosotros en el bautismo y sigue siendo derramado cada vez que nos juntamos como comunidad. Somos invitados a seguir haciendo cosas, gestos, tareas, actividades que sólo aquel que tiene esa sustancia especial, que te deja diferente, lo puede hacer. Esa sustancia que te es entregada por obra y gracia de Dios, llamada Espíritu Santo.

Comunidad, comunidad no te duermas en los laureles de hacer lo que siempre haces, lo cual NO está mal, pero puedes hacer mucho más. Busca las alternativas, entusiásmate en crear grupos nuevos, visita a aquellos que nunca son visitados, regala un pedazo de pan o un chocolate caliente a aquel que nunca visitó tu templo y que probablemente nunca lo visitará, pero muestra tu amor, muestra tu locura por el evangelio. Llama a quienes nunca son llamados, tienes vecinos que nunca te visitaron o que nunca visitaste por temor, por vergüenza. Hay jóvenes esperando por algo diferente, hay ancianos esperando por un oído que escuche, hay niños esperando que alguien les cuente historias maravillosas, hay enfermos que precisan mucho más que remedios.

Muchos podrán decirte: están borrachos o están locos. No te preocupes, porque TU sabes de qué sustancia se trata. Es el Espíritu Santo que Dios regala y entrega y que quien recibe no puede dejarlo encerrado, sino apenas dejarlo que se manifieste.

Comunidad cristiana que celebra Pentecostés no puede hacer simplemente lo que todos hacen o lo que todos esperan que haga, tiene fuerzas para hacer mucho más.

Que el Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo siempre nos permita tener sano juicio para manifestarnos como si fuéramos fuera de lo común. Y que el día en que hagamos lo que todos esperan que hagamos, nuevamente el Espíritu de Dios nos emborrache de coraje y fuerza para hacer algo diferente. Amén

Pastor Armando Weiss
Paraguay

Fuente: http://www.predigten.uni-goettingen.de/

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