Un muchacho corrió para anunciarle a Moisés: “Eldad y Medad están profetizando en el campamento”. Josué, hijo de Nun, servidor de Moisés desde su juventud, tomó la palabra: “¡Mi señor Moisés, prohíbeselo!” Pero Moisés le respondió: “¿Así que te pones celoso por mí? ¡Ojalá que todo el pueblo de Yavé fuera profeta, que Yavé les diera a todos su espíritu!”

Números 11,27-29

A través de muchos textos en los que veo la forma de actuar de Moisés me siento profundamente admirada.

Por supuesto, desde la fe no debiera asombrarme ya que Dios mismo lo eligió para conducir a su pueblo, pero desde mi simple humanidad no puedo evitar las comparaciones.

Cuántos de nosotros estaríamos dispuestos – sobre todo en situaciones de liderazgo – a preferir que todos estén en posición de hacer uso de nuestras aptitudes.

Ya en versículos anteriores vemos que Moisés le pide a Dios que le ayude a que otros compartan con él las cargas de la conducción. Pero, teniendo en cuenta la importancia del don de profetizar, él no duda en exclamar: ¡Ojalá que todo el pueblo de Yavé fuera profeta, que Yavé les diera a todos su espíritu!

Qué postura admirable la de Moisés y qué hermoso ejemplo para seguir.

Quiera Dios ayudarnos a encontrar compañeros en el camino hacia el Reino y que sepamos compartir con ellos todo lo que él nos ha regalado. Amén.

María Teresa Rolón

Números 11,24-35

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