Pido en mi oración que su amor siga creciendo más y más todavía, y que Dios les dé sabiduría y entendimiento.

Filipenses 1,9

Ayer leíamos las experiencias de Pablo en su viaje y cuando estando en Filipos queda detenido por denunciar a una familia que se hacía rica a costa de una niña. Es muy posible que el carcelero de la historia haya llegado a ser uno de los primeros miembros de la comunidad de Filipos. Ahora Pablo les escribe, describiendo con toda simpleza las tareas y los deberes del cristiano.

En la oración que encabeza nuestra reflexión hay tres características que la fe debe tener: el amor, la sabiduría y el entendimiento.

El amor. Es ese sentimiento de cariño, de respeto y con valores que no debe faltar en la comunidad. El ideal y espejo de este amor es Dios que se dio plenamente por cada uno de nosotros en Jesucristo. Es un amor concreto que hace que cada uno se ocupe, cuidándolo y saliendo al encuentro con pequeños gestos.

La sabiduría. Es la enseñanza, la tradición, los saberes que se adquieren con la educación y los valores que se transmiten de generación en generación.

El entendimiento. Es la capacidad de discernir, no solamente con la razón, sino con el sentimiento, con la sabiduría, y con la experiencia del amor de diferenciar entre lo que está bien y lo que está mal.

Pablo enseña a acordarnos de los otros, pedir e interceder por ellos. Es en la oración solitaria, individual o en la comunitaria, que tenemos la posibilidad de pedir por los otros. Pedir para que el amor, la sabiduría y el entendimiento primen en la comunidad.

Waldemar von Hof

Filipenses 1,1-11

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