Dame sólo el pan necesario, no sea que, una vez satisfecho, te niegue y diga: “¿Y quién es el Señor?” O que, por ser pobre, llegue yo a robar y ofenda el nombre de mi Dios.

Proverbios 30,8-9 (RVC)

En el hemisferio sur desde hace ya varias semanas, la gente ha cesado en su trabajo de cosecha. Al cabo de las cosechas, en todas las culturas, aún entre las paganas, se agradecía a los dioses por la buena cantidad de comida obtenida. Muchas veces entre las culturas paganas esto era hecho como a manera de superstición, o de miedo, que podría asegurar el sustento para la cosecha venidera. Es por eso que, las culturas primitivas buscaban aplacar y agradar a la divinidad (pues sí creían que alguien más allá, encima de ellos reinaba) y hasta a veces lo hacían con sacrificios macabros. Esta era su manera de entender la divinidad. Hoy nosotros los cristianos sabemos que todo lo que tenemos proviene de Dios, aunque muchos aún no lo quieran admitir. El ser humano que no cultiva una relación con Dios puede caer en el peligro de corromper su propia integridad ante la mucha bendición material y de la misma manera sucede ante la mucha escasez material. Es por eso que, esta oración que no niega la bendición material ni amerita tampoco la escasez material, nos ayuda a permanecer en una relación de equilibrio en lo que necesitamos para nuestras vidas.

Señor, gracias te damos por todo lo que tenemos, pues todo proviene de tu mano generosa. Danos la tranquilidad de saber que tú nos das el pan nuestro de cada día. Amén.

Enzo Pellini

Proverbios 30,1-19

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