El Señor, el Dios de ustedes, es Dios lo mismo arriba en el cielo que abajo en la tierra.

Josué 2,11

El libro de Josué, describe que dos espías del pueblo de los hebreos son enviados a la ciudad de Jericó, en preparación de la conquista. Muy pronto se sabe de su presencia, y se deben esconder. Les ayuda a esconderse, una mujer valiente, Rahab quien era prostituta en Jericó. Ella se arriesga a proteger a los dos hombres, porque también tiene fe en el Dios de los hebreos. De este modo, todo el recuerdo aún hoy anuncia que los enviados de Josué y la complicidad de Rahab, se deben a la guía de Dios.
En el camino a la tierra prometida, nos relata la Biblia, hubo muchas luchas violentas. En el presente el modo de luchar de los cristianos, en cambio, en ningún tipo de guerra puede tener por objetivo destruir algún enemigo. Esa no es la voluntad de Dios. Si miramos en la actualidad la región del Medio Oriente, y en particular las relaciones entre Israel y Palestina, Rahab es un ejemplo a seguir. La Biblia recuerda a Rahab por su testimonio de fe en el Dios que guía su pueblo. No importan los riesgos, si son guiados por la fe en Dios y en compromiso por una paz verdadera. De igual modo, en nuestra localidad o barrio, nuestras palabras y acciones han de expresar la presencia de Dios en Jesús el Cristo.

La mano de Dios en nuestro mundo está
obrando con juicio y con amor.
La iglesia sin temor se une con valor
a estas obras de la mano de Dios.
(Canto y Fe Nº 225)

Bruno O. Knoblauch

Josué 2,1-24

Compartir!

Share on facebook
Facebook
Share on twitter
Twitter
Share on linkedin
LinkedIn
Share on whatsapp
WhatsApp
Share on email
Email
Share on print
Print