No amen al mundo, ni lo que hay en el mundo. Si alguno ama al mundo, no ama al Padre.

1 Juan 2,15

Esta frase es bastante difícil, no amar al mundo porque de hacerlo le estaríamos dando la espalda al propio Dios. Pero hacer algo así iría en contra de nuestros propios sentimientos y pensamientos, cuántas cosas hay en este mundo que nos son importantes y que nos ayudan, e incluso nos acercan a Dios. En el mundo encontramos a nuestras familias, nuestras amistades, nuestros hermanos y nuestras hermanas en la fe. ¿Debemos entender este texto como un llamado a la renuncia del mundo?
Capaz podemos llegar a profundizar un poco sobre el significado de estas palabras, esta carta está profundamente relacionada con el Evangelio de Juan, y si leemos el capítulo 17 (les invito a que lo hagan) allí Jesús dice que todos sus seguidores, aquellos que lo eran en su momento y todas las personas que lo serían en el futuro, lo que nos incluye, somos pertenencia de Cristo y por lo tanto no somos del mundo. La idea de mundo en este texto no hace referencia a una especie de dualidad entre lo material y lo espiritual, es una declaración de fe, es saber que aquellos que creemos en Jesús tenemos una relación especial con Dios y con el propio Jesús. Es Jesús quien nos escogió para que creamos en Él, y a través de Él podamos recibir el amor de Dios.
Vos, Señor, viniste al mundo, Hijo único de Dios, y en tus manos redentoras nos trajiste su amor. (Canto y Fe N° 203)

Guillermo Perrin

1 Juan 2,12-17

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