“Cuando llegue ese día, cada uno de ustedes invitará a sus amigos a sentarse debajo de su vid y de su higuera.” Palabra del Señor de los ejércitos.

Zacarías 3,10

En palabras figuradas, el profeta Zacarías recibe el mensaje de Dios que le expresa que el nuevo templo en Jerusalén será supervisado por Dios mismo, y que allí se proclamará el perdón de los pecados (v. 9).

Pero el v. 10 destaca la vida familiar y social secular que corresponderá a la vida espiritual del templo. Uno y otro ámbito formarán parte de la comunidad de fe que Dios proyecta. La vida de fe del templo debe extenderse a los hogares, creando pequeñas comunidades en las casas particulares.

En Hechos 2,46-47 leemos lo siguiente: Todos los días se reunían en el templo, y partían el pan en las casas, y comían juntos con alegría y sencillez de corazón, mientras alababan a Dios y brindaban ayuda a todo el pueblo. Y cada día el Señor añadía a la iglesia a los que habían de ser salvos.

¿Estamos dispuestos, en este tiempo de las comunicaciones, a encontrarnos en el templo y en las casas? ¿Nos animamos a compartir el pan, a comer juntos con alegría y sencillez de corazón? ¿Sigue actual para nosotros la exhortación a alabar a Dios como una acción fundamental de la existencia?

Bajo la higuera y el parral se sentará la gente en paz; ya nadie la amedrentará porque el Señor la amparará. Martillarán sus espadas y cañones y las harán hoces y azadones; no se alzará gente contra gente ni ensayarán para ir al frente”. (Canto y Fe Nº 245).

Wilma E. Rommel – Álvaro Michelin Salomon

Zacarías 3,1-10

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