Culto del 14 de junio de la Iglesia Evangélica del Río de la Plata

 

Celebración online de la Iglesia Evangélica del Río de la Plata (IERP) correspondiente al domingo 14 de junio de 2020. Coordinado por el Distrito sur de la IERP, contó con la pastora Annedore Venhaus como liturga y el pastor Reiner Kalmbach en la predicación.

 

Mateo 9, 35 – 10, 8

Jesús recorría todas las ciudades y las aldeas, y enseñaba en las sinagogas de ellos, predicaba el evangelio del reino y sanaba toda enfermedad y toda dolencia del pueblo. Al ver las multitudes, Jesús tuvo compasión de ellas porque estaban desamparadas y dispersas, como ovejas que no tienen pastor. Entonces dijo a sus discípulos: «Ciertamente, es mucha la mies, pero son pocos los segadores. Por tanto, pidan al Señor de la mies que envíe segadores a cosechar la mies.»

Jesús reunió a sus doce discípulos, y les dio poder para expulsar a los espíritus impuros y para sanar toda enfermedad y toda dolencia.  Éstos son los nombres de los doce apóstoles: primero Simón, llamado Pedro, y Andrés su hermano; luego Jacobo y su hermano Juan, hijos de Zebedeo;  Felipe, Bartolomé, Tomás, Mateo el cobrador de impuestos, Jacobo hijo de Alfeo, Tadeo,  Simón el cananista, y Judas Iscariote, que después lo traicionó.

 Jesús envió a estos doce, con las siguientes instrucciones: «No vayan por camino de paganos, ni entren en ciudad de samaritanos, sino vayan más bien a las ovejas perdidas de la casa de Israel. Vayan y prediquen: “El reino de los cielos se ha acercado.”  Sanen enfermos, limpien leprosos, resuciten muertos y expulsen demonios. Den gratuitamente lo que gratuitamente recibieron.

Reciban gracia y paz de Dios nuestro Padre y de Cristo Jesús, el Señor. Amén.

Una imagen muy presente en la Biblia: la cosecha. Para Jesús es tiempo de cosecha…, siempre. Y nosotros estamos entrando en el invierno, no es tiempo de cosecha, al menos no aquí en la Patagonia. Ahora es tiempo de preparación, en el Alto Valle de Río Negro los productores de manzanas y peras están haciendo la poda, limpian los canales de riego, plantan nuevos árboles…, No obstante, la próxima cosecha ya está presente, como preocupación: ¿vamos a poder cosechar en diciembre, en enero, febrero…?, ¿van a poder venir los trabajadores de otras provincias…?, ya que cosechar una pera Williams para la exportación sin dañarla es todo un arte, no cualquiera puede hacerlo. Y en la cordillera ya han perdido la ultima cosecha de fruta fina en marzo y abril…, el ingreso familiar de todo un año…

Cuando es tiempo de cosecha se necesitan obreros, manos con experiencia.

Para Jesús es tiempo de cosecha, siempre. Usa la imagen de la cosecha para conscientizar. Jesús recorre los caminos polvorientos de Galilea y mira, y ve…, ¿qué ve?, ve la triste realidad de su país, ve el cansancio y la desesperación de mujeres y hombres que ya no dan más, que ya han bajado los brazos, sectores enteros de la sociedad sin ninguna perspectiva, sin ninguna salida. Jesús ve la miseria extrema, el abandono…, ¿quién abandona…?, los pastores…, otra imagen muy presente en la Biblia: los malos pastores y el buen pastor. Sobran los malos pastores, los que, a costa del pueblo se enriquecen, los que manipulan la justicia para salir siempre impune, los que oprimen, explotan, marginan…, y salen siempre ganando… Es una imagen que se repite a lo largo de la historia y en tantos lugares de este mundo y en la mayoría de los países: extrema pobreza, falta de acceso a lo básico para tener algo de vida digna…
…y tanto en los tiempos de Jesús como en la actualidad, los hambrientos y heridos claman: “¡venga tu Reino!”, para que haya dignidad, justicia y paz.

Otra imagen en el otro extremo: la del “buen pastor” que no ha perdido nada de su “popularidad”, es el pastor que conoce cada oveja por su nombre, es el pastor que mira y ve y actua (cuando nosotros miramos, ¿vemos también?). Jesús ve y, de repente le pasa algo: tiene compasión de ellos. Y cuando Jesús tiene compasión signifíca que él mismo está sufriendo, porque se mete en la piel de los que sufren. Es más, Jesús asume el sufrimiento de la gente, es como si lo absorbiera, le duele y por eso, al ver tanta gente cansada y decaída, llora (como traduce e interpreta Lutero).

Y entonces, ¿qué hace?, ¿saca la varita mágica para hacer el gran milagro…? No.., se dirige a sus discípulos, les muestra todo, comparte con ellos lo que ve y siente, y les pide que oren. Sí, no les dice “¡…vamos, a trabajar!”, les enseña algo fundamental: la cosecha no es de ellos, la cosecha tiene un dueño… Y ese dueño va a llamar a los que están dispuestos, a los que “ven” con los ojos de Jesús, los que sienten con el corazón de Jesús. La cosecha tiene un dueño, quiere decir: todo lo que ven (los discípulos) es de Dios Padre, ¡son suyos!, son sus hijos y sus hijas.

Y recién entonces “sucede” el envío. Y cuando Jesús llama a sus discípulos y los envía tiene en mente esa imagen pastoral: que sean “buenos pastores”. Es más: los discípulos cumplen la misma misión que Jesús, la misma tarea: “…el que escucha a ustedes, a mi me escucha.”, leemos en el Evangelio de Lucas. Y Juan apunta directamente a la practica, a lo cotidiano: “…así como el Padre me ha enviado a mi, así yo los envío a ustedes…”
Palabra y acción: para Jesús inseparables.
Es todo un concepto de Iglesia y todo un desafío para nuestra iglesia, sus comunidades, sus miembros: tener tiempo para los que ya no tienen fuerzas para seguir, tener paciencia, tener la capacidad de meterse en la piel del otro, de ponerse en sus zapatos…

¿Quiénes son estos discípulos?, todos son de Galilea, pero cada uno con su propia historia y experiencia de vida. Hay un cobrador de impuestos, uno que colaboraba con los odiados Romanos. Está también Pedro, ex – zelote, que formaba parte de los guerilleros que luchaban a mano armada contra los invasores. Un corrupto y un revolucionario, los dos forman parte de los elegidos por Jesús. Bueno, y también está Judas, el Iscariote. ¿Qué habrán pensado los discípulos? Doce tipos tan distintos…, ¿funcionará?

Y ahora el gran desafío: supongo que hay un consenso en que todos nos consideramos miembros de la gran familia “protestante”. Entonces les invito a asumir el (nuevo) modelo del “buen pastor”, que va mucho más allá de la clasica imagen del ministro ordenado. Martin Lutero lo llamó “Sacerdocio Universal de todos los Creyentes”. Y ahora, ¿qué? Les invito a que se pregunten: ¿pertenezco yo a los que Jesús envía…?, ¿he escuchado su llamado? No es tiempo de timidez, es tiempo de tomar consciencia de la fe que tenemos, de asumirla y de decir, no: de ¡gritar a los cuatro vientos! “¡yo soy parte, Dios ha escuchado mi oración y me designa para la tarea en su gran obra del Reino de Dios!”

Suena raro y puede hacer ruido en uno, pero a mi me encanta ese modelo que ha diseñado el gran Reformador: yo, como creyente y miembro de mi comunidad de fe cristiana, soy el pastor de mi prójimo. Porque la miseria es tan grande, tan escandalosa, que Dios, el Padre de Jesucristo, necesita mi ayuda, yo le soy importante y es por eso que me ha llamado por mi nombre.
Un hombre muy sabio escribió: “Dios le entrega su historia con el hombre en las manos del hombre…”, en otras palabras: Dios Padre confía en nosotros.
¡Qué hermoso, qué linda imagen! Dios confía en mi, a pesar de todo, no se fija en mi pasado, en lo que he hecho…, porque todo ya está perdonado.

¿Ya ahora, qué?, a salir, a anunciar el Evangelio del amor que tiene el Padre Celestial por sus hijos, sus hijas, a anunciar la Buena Nueva, en Palabras y acciones, tal como Jesús nos lo enseñó.

Que así sea. Amén.

Pastor Reiner Kalmbach

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