Último Domingo después de Epifanía

Este es mi Hijo amado, a quien he elegido: escúchenlo.
Mateo 17,5b

Último domingo después de la Epifanía, último domingo antes de la cuaresma. Estas palabras de Dios donde manifiesta que Jesús es el mesías. Pero más que una declaración de Dios también hay en esas palabras cosas muy lindas porque Dios vuelve a recordarnos que ese Jesús es su hijo y también es su hijo AMADO. Dios nos vuelve a recordar su gran amor por Jesús y a través de él y de todo lo que va pasar con Jesús (pasión, muerte y resurrección), su amor por nosotros. Dios no pone a disposición a cualquiera, pone a su hijo a quien AMA. Y Dios nos orienta a que, a ese, al elegido, lo escuchemos, le prestemos atención porque sus palabras también van a transmitir ese amor de Dios.
Bueno…, entonces…, tenemos a Dios que nos ama y que nos regala a su Hijo Jesús a quien ama y en quien confía el mensaje del evangelio para que ese mensaje llegue hasta nosotros. Y nosotros, ¿qué hacemos?, ¿cuál es nuestra parte en la historia?, ¿qué personaje somos en esta película o serie? Porque hasta allí pareciera que solo debemos mirar la película. Dios viene haciendo todo por nosotros.
Justamente con ese “escúchenlo”, Dios nos quiere invitar a que dejemos el cómodo asiento de la sala del cine o el sofá de la sala de TV y pongamos manos a la obra. Porque quien escucha el mensaje no debería quedarse quieto o ser mero espectador de un show, sino que aprueba el “casting” (selección) para entrar a ser protagonista de la historia.
Querida hermana, querido hermano que la palabra de Dios te mueva para que seas protagonista de esta historia en la que no hay un final escrito, sino que lo vamos escribiendo entre todos y donde tu participación puede cambiar ese final. Lo que sí sabemos es que Dios como Padre, Hijo y Espíritu Santo también están participando.
Jesús trae una noticia. Todo el mundo se debe enterar. Viene un tiempo de paz y justicia. ¿Quién le ayuda a proclamar? Vamos Simón, vamos Andrés, vamos Santiago y Juan también, dejen todo y síganme, vamos, vengan y síganme. (Canto y Fe Nº 285)

Armando Weiss
Mateo 17,1-9

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