Salmo 126
Cuando el Señor nos haga volver a Sión,
nos parecerá estar soñando.
2 Nuestra boca se llenará de risa;
nuestra lengua rebosará de alabanzas.
Entonces las naciones dirán:
«¡El Señor ha hecho grandes cosas por éstos!»
3 Sí, el Señor hará grandes cosas por nosotros,
y eso nos llenará de alegría.
4 Señor, ¡haz que volvamos de nuestra cautividad,
y que corramos libres como los arroyos del desierto!
5 ¡Haz que los que siembran con lágrimas
cosechen entre gritos de alegría!
6 ¡Que los que entre sollozos esparzan la semilla,
vuelvan alegres trayendo sus gavillas!
Isaías 43, 16-21
16 Así dice el Señor, el que abre un camino en medio del mar, una senda entre las aguas impetuosas; 17 el que lleva juntos carros y caballos, ejércitos y fuerzas, a caer para no levantarse; a morir, como mechas que se apagan:
18 «Ya no se acuerden de las cosas pasadas; no hagan memoria de las cosas antiguas. 19 Fíjense en que yo hago algo nuevo, que pronto saldrá a la luz. ¿Acaso no lo saben? Volveré a abrir un camino en el desierto, y haré que corran ríos en el páramo. 20 Recibiré la honra de las fieras salvajes, de los chacales y de los pollos del avestruz, porque haré que brote agua en el desierto y ríos en el páramo, para que beba mi pueblo escogido. 21 A este pueblo lo he creado para mí, y este pueblo proclamará mis alabanzas.
Filipenses 3, 4b-14
Si alguno piensa que tiene de qué confiar en la carne, yo más: 5 fui circuncidado al octavo día, y soy del linaje de Israel, de la tribu de Benjamín; soy hebreo de hebreos y, en cuanto a la ley, fariseo; 6 en cuanto a celo, perseguidor de la iglesia; en cuanto a la justicia que se basa en la ley, irreprensible. 7 Pero todo lo que para mí era ganancia, lo he estimado como pérdida, por amor de Cristo. 8 Y a decir verdad, incluso estimo todo como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor. Por su amor lo he perdido todo, y lo veo como basura, para ganar a Cristo 9 y ser hallado en él, no por tener mi propia justicia, que viene por la ley, sino por tener la justicia que es de Dios y que viene por la fe, la fe en Cristo; 10 a fin de conocer a Cristo y el poder de su resurrección, y de participar de sus padecimientos, para llegar a ser semejante a él en su muerte, 11 si es que de alguna manera llego a la resurrección de entre los muertos.
12 No es que ya lo haya alcanzado, ni que ya sea perfecto, sino que sigo adelante, por ver si logro alcanzar aquello para lo cual fui también alcanzado por Cristo Jesús. 13 Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo alcanzado ya; pero una cosa sí hago: me olvido ciertamente de lo que ha quedado atrás, y me extiendo hacia lo que está adelante; 14 ¡prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús!
Juan 12, 1-8
Seis días antes de la pascua, Jesús fue a Betania, donde vivía Lázaro, el que había estado muerto y a quien Jesús había resucitado de los muertos. 2 Allí le ofrecieron una cena, y Marta servía, y Lázaro era uno de los que estaban sentados con él a la mesa. 3 Entonces María tomó unos trescientos gramos de perfume de nardo puro, que era muy caro, y con él ungió los pies de Jesús, y con sus cabellos los enjugó. Y la casa se llenó con el olor del perfume. 4 Y dijo Judas Iscariote hijo de Simón, que era uno de sus discípulos y el que más tarde lo entregaría: 5 «¿Por qué no se vendió este perfume por trescientos denarios, y se les dio a los pobres?» 6 Pero no dijo esto porque se preocupara por los pobres, sino porque era un ladrón y, como tenía la bolsa, sustraía de lo que se echaba en ella. 7 Entonces Jesús le dijo: «Déjala tranquila, que ha guardado esto para el día de mi sepultura. 8 A los pobres siempre los tendrán entre ustedes, pero a mí no siempre me tendrán.»
Agenda Evangélica:
Salmo 43; Génesis 22,1-14(15-19); Hebreos 5,(1-6)7-9(10); Marcos 10,35-45 (P)