Quiero que des vista a los ciegos y saques a los presos de la cárcel, del calabozo donde viven en la oscuridad.”.
Isaías 42,7

En mi comunidad, contamos con una escuela para niños con discapacidad visual, quienes provienen de toda la región. Regularmente, una maestra nos visita junto a sus alumnos para recorrer la iglesia. Antes de su primera visita, me preguntaba cómo sería para ellos «recorrer» la iglesia, qué podrían «ver» o percibir de ella.
La experiencia fue conmovedora y reveladora: los niños se desplazaban por la iglesia en parejas de manera natural, ayudándose unos a otros a sortear obstáculos. «Leen» la paloma en la pila bautismal con sus dedos, y dimensionan el templo a través de sonidos y ecos de sus voces. Estos niños pueden hacer cualquier cosa, han aprendido a encontrar formas de descubrir el mundo y orientarse en él. Es esencial para ellos saber que no son los «ciegos», sino niños con múltiples capacidades y algunas limitaciones.
La sanación es un concepto amplio. Puede implicar que una enfermedad desaparezca, pero también abarca la idea de no estigmatizar a personas con discapacidad y reconocer sus diversas habilidades. La sanación significa que todas las personas, con o sin discapacidad, podamos convivir, respetarnos y apoyarnos mutuamente.
Dios, te agradecemos por tu promesa de dar vista a los ciegos y liberar a los cautivos. Te pedimos que nos muestres nuestros puntos ciegos y abras nuestros ojos para percibir el mundo de manera más amplia y vívida. Libéranos de pensamientos y sentimientos estrechos. Muéstranos la inmensidad de nuestra propia vida y danos el coraje de ser libres. Amén.

Heike Koch

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