Juan les contestó: “Yo soy una voz que grita en el desierto: ‘Abran un camino derecho para el Señor’, tal como dijo el profeta Isaías.”

Juan 1,23

Las autoridades judías entrevistan a Juan para conocer y saber qué es lo que anuncia y a quién anuncia. Pensando en la reflexión de ayer querían saber si sus palabras eran creativas, positivas y de amor, o eran palabras de destrucción, de desorden o de odio.
Lo comparan con Elías e Isaías e incluso le preguntan si es el Mesías que ha de venir. Los profetas son referentes de buenas palabras. Hombres que tan solo han hablado en el nombre de Dios cuya palabra era de anuncio, de construcción y de creación.
Muchas veces sus profecías contenían palabras de destrucción, pero éstas siempre estaban relacionadas con la no aceptación de las oportunidades que brindaba la palabra cuidadora y creadora de Dios.
Juan el Bautista al anunciar se pone en la línea de la palabra de Dios, en la línea del verbo que se encarna en Jesucristo. Con sus palabras llama al cambio, al arrepentimiento y anuncia a aquel que habría de venir para bautizar con el Espíritu Santo, esa fuerza creadora de Dios que se hace realidad mediante las palabras.
Las palabras y los gestos de Juan son palabras de anuncio, palabras creadoras y generadoras de verdades. Palabras que anuncian al verdadero Mesías, encarnación de “La Palabra” creadora. Dejemos que hoy Jesucristo genere en nosotros palabras de amor, de construcción y de creación. Palabras que generen ese amor que Dios ha querido para y entre nosotros como nueva creación.

Waldemar von Hof

Juan 1,19-28

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