Ten cuidado, no sea que la luz que hay en ti resulte ser oscuridad.

Lucas 11,35 (RVC)

Si la luz de la vela se coloca debajo de una mesa, por más que afirmemos que allí hay luz pues está encendida, en realidad no está alumbrando la habitación. Por lo tanto será como si no estuviera encendida, es como si aún estaría todo en oscuridad.

A los creyentes se nos invita a ser luz y se nos exhorta a mostrar esa luz. Si esa luz no se muestra como Cristo quiere, nuestra vida aunque no nos demos cuenta, puede convertirse en oscuridad. El no participar de la oscuridad se refiere a ser coherentes con la fe que decimos que tenemos. Muchos nos afirmamos protestantes, católicos, cristianos, creyentes, etc. Pero debemos mostrar ese cristianismo y no sólo de la boca para afuera. Hace poco en un baño público leí una calcomanía que decía: “Integridad es hacer lo correcto aún cuando nadie te esté mirando.” Es cómico el haber encontrado esta frase en un lugar tan íntimo. De eso se trata también el ser cristiano: el saber hacer las cosas correctas, de acuerdo a la Palabra de Dios, aunque nadie nos esté mirando (sólo Dios).

Hay un viejo pero aún muy vigente himno en alemán que dice así: “A brillar nos llama Jesús el Señor, como lamparitas con claro resplandor, podemos brillar en el oscuro mundo, cada cual donde Jesús le situó; él conoce y nota si lo hacemos bien, démosle a él un claro resplandor; aquí entre nosotros brillemos también, entre la maldad y la oscuridad, no miremos dónde Jesús nos situó…”

Enzo Pellini Lucas 11,33-36

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