Al oír esto, Jesús le contestó: “Todavía te falta una cosa, vende todo lo que tienes y dáselos a los pobres. Así tendrás riqueza en el cielo. Luego ven y sígueme.”

Lucas 18,22

Seas rico o seas pobre, pregúntate de vez en cuándo dónde está tu corazón, es ahí donde se encuentra tu mayor riqueza, en los sentimientos, en nuestra manera de actuar, de pensar, de solidarizarnos con el prójimo.
¿A cuánto somos en verdad capaces de renunciar? Es más, ¿seríamos capaces de vender todo lo que poseemos?
Ahora bien, pensemos por un momento, también podría ser yo quien sea aquel pobre a quien se refiere Jesús, quien está esperando que otro me ayude. Una persona puede pasar por diferentes tipos de pobreza, pobreza económica, pobreza espiritual, pobreza de valores, pobreza de amigos y la lista podría continuar.
Hay necesidades que son fácilmente visibles pero cuando la pobreza está en nuestro interior, no siempre es rápidamente detectada. Suele ocurrir que a veces tapamos, no queremos que otros se den cuenta o inclusive nosotros mismos no lo queremos aceptar.
Debemos aprender a tomar dos actitudes importantes, una es brindar ayuda pero también debemos aprender a aceptar ayuda, ambas son necesarias para una buena calidad de vida y así sentirnos más plenos y felices.
Tómate unos minutos y piensa: ¿Dónde están tus riquezas? Y ¿dónde está tu pobreza?; ¿Dónde y a quién puedes brindar tu riqueza? ¿Cómo puedes superar tu pobreza?
Yo soy quien te manda que tengas valor y firmeza. No tengas miedo ni te desanimes, //porque yo, tu Señor y Dios, estaré contigo dondequiera que vayas//. (Canto y Fe Nº 276)
¡Feliz y bendecido día!

Marianna Würgler

Lucas 18,18-30

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